Salas

Crítica de "Bahía Blanca", el incómodo y fascinante debut de Rodrigo Caprotti con Guillermo Pfening

Adaptación de la novela de Martín Kohan que marca el debut en la ficción del realizador oriundo de la misma ciudad.

martes 05 de julio de 2022

Falso thriller, comedia negra, drama, policial. Un híbrido. Cómo clasificar a Bahía Blanca (2021), film basado en la novela homónima de Martín Kohan, que marca el debut en la ficción de Rodrigo Caprotti tras dirigir el documental Extrañas escenas (2011) y la serie La Escuelita, historias del terrorismo de Estado en Bahía Blanca (2012). Sin duda una de las apuestas más audaces, arriesgadas e incómodas del cine argentino actual.

Protagonizada por un brillante Guillermo Pfening, acompañado de un elenco secundario notable que encabezan Marcelo Subiotto y Elisa Carricajo, junto a Ailín Salas, Javier Drolas y Julia Martínez Rubio, la historia sigue a Mario, un profesor universitario que viaja a la ciudad bonaerense de Bahía Blanca como parte de una investigación que está realizando sobre el escritor Ezequiel Martínez Estrada. Todo indica una aparente normalidad en el transcurrir de su estadía, salvo que la investigación parece no importarle demasiado más allá de su obsesión por encontrar la casa museo del escritor que todos saben que existe, pero no como llegar a ella. Aunque no todo es lo que parece y la aparición repentina en el lugar de un antiguo amigo pondrá en jaque las verdaderas intenciones de Mario.

Para muchos Bahía Blanca es una ciudad maldita y Caprotti, oriundo del lugar y conocedor del misterio que la rodea, aprovecha esa leyenda para poner en imágenes una novela que a priori parecía imposible de trasladar al cine. Un entramado narrativo donde los géneros se bifurcan, los giros de guion descolocan, el tono es cambiante, el humor tan sutil como ácido, y lo que no se dice ni ve resulta mucho más atractivo que aquello que está en la superficie.

La narrativa, que propone en un principio una historia absurda, para sobre la mitad dar un giro de 180 grados y virar hacia otros lugares, más cercanos al policial, resignificándolo todo, juega con el paisaje urbano y la ciudad para darle un protagonismo central. Los diálogos, entre literarios y ampulosos, crean ese realismo falso o deforme que propone.

Bahía Blanca es un ejercicio de estilo, de personajes tan reales como absurdos, de historias malditas y a la vez benditas, traicionera. Una obra compleja, distinta, única. Tan incómoda como fascinante que no pretende serle fiel al espectador. Tampoco concesiva ni amable con él. Sino más bien, todo lo contrario. Jugar con él y sacarlo de su zona de confort.

9.0
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