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Crítica de "Pelea de chicas" comedia con Malin Akerman

Existe un subgénero de comedias americanas asociadas a personajes que están en el fondo de todo y en la transformación de su suerte, terminan el relato con una moraleja cuál fábula.

Crítica de "Pelea de chicas" comedia con Malin Akerman
viernes 26 de febrero de 2021

Pelea de chicas (Chick Fight, 2020) se inscribe en esta línea, desarrollando la historia de Anna (Malin Akerman) una mujer que, tras la reciente pérdida de su madre, y algunos “accidentes” como el incendio de su cafetería, no sabe cómo hacer para levantar nuevamente cabeza.

En el medio de la travesía, y gracias a la invitación de su amiga Charleen (Dulcé Sloan), un personaje irreverente y políticamente incorrecto, tracciona a Anna hacia una actividad clandestina, un club de pelea de mujeres en el que comenzará el proceso de purificación y sanación que necesitaba.

La mirada de género, amplificada por el humor, permite que el guion de Joseph Downey, simple, con tres actos, enuncie algunas máximas, como “nos obligan a llorar y no a pelear”, dialogando con un actual espíritu de época que, además, maximiza las premisas narrativas independientemente de cómo luego se desarrolla la trama.

El director Paul Leyden apuesta a lo seguro, y si bien en el personaje de Charleen, una mujer policía particular, encuentra la manera de decir algunas verdades, transfiriéndole el desenfado necesario para evitar que conecte con la débil y pobre estructura sentimental y psicológica de la protagonista, cuando ingresa en el juego Olivia (Bella Thorne), una “máquina de matar”, Pelea de chicas dialoga con clásicos como Rocky, en el sentido del proceso de preparación física que atravesará Anna para lograr su objetivo y la presentación de una contrincante, a simple vista, imposible de noquear.

Pelea de chicas gana cuando evita tomarse en serio, cuando entre humaredas de marihuana y dosis industriales de alcohol pone a sus personajes a jugar a la comedia, pero cuando se pone muy rígida, describiendo el dolor de Anna, por sus pérdidas, y por su proceso de duelo, se pierde la posibilidad de continuar con una línea desprejuiciada de relectura feminista de propuestas que siempre han sido dirigidas al público masculino.

Con más de un punto en común con Glow, serie que puso en el centro de la escena a un grupo de mujeres que luchaban por dinero, Pelea de chicas construye su propio camino, por momentos de manera errática, con una puesta en escena de las peleas interesante, y enfrentando a Anna y Olivia constantemente, buceando en los conflictos de cada una y cómo han llegado a ese epicentro de peleas, un espacio liberador para muchas y sanador para otras.

Mención especial para Alec Baldwin, quien compone a el preparador físico de Anna a cambio de pagar su abultada cuenta en un bar, y quien en cada participación logra transmitir con profesionalismo y eficacia ese rol tan ponderado en películas de esta clase en donde el mentor es clave para impulsar el último esfuerzo de sus discípulos para así concluir el camino del héroe, en este caso de heroína, necesario para transformar y transformarse.

6.0
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