Falsos tatuajes

Theo (Anthony Therrien) festeja su cumpleaños 18 comprando alcohol, haciendo fondo en un callejón y luego uniéndose de manera mecánica y anónima a un recital de metal. A la salida conoce a Mag (Rose-Marie Perreault), quien ve más allá de su disfraz (literalmente: descubre el tatuaje falso de su brazo) y en la tradición del género llena la vida del chico con una atractiva y calculada espontaneidad. Luego de romper el hielo comparando gustos musicales y criticando las redes sociales (nunca falla), regresan a la casa de Mag, la chica toca una canción triste en guitarra y tienen sexo. Es el comienzo de una relación adorable y no mucho más que eso entre los dos.Para variar es el chico quien carga consigo la oscuridad en la relación. Su parquedad y falta de entusiasmo provienen de una tragedia cuyos orígenes son revelados de a poco, no que afecte demasiado la trama. El hogar de Mag es alegre e iluminado y se presta a una agradable informalidad: la madre de la chica recibe al novio de buena gana e interrumpe su intimidad sin drama; la madre de Theo, en contraste, preside sobre un hogar frío y oscuro y si bien no opone directamente a su hijo irradia un aura deprimente.Eventualmente surge un conflicto, o lo más parecido a uno: Theo está por mudarse en dos semanas por lo que su incipiente romance con Mag tiene fecha de vencimiento. Es demasiado pronto como para sugerir una relación a distancia pero no tanto como para dejar de catar la vida en pareja que obviamente disfrutan. ¿Theo se quedará al final? ¿Mag irá con él? Ni surgen estas cuestiones. Los tórtolos se embarcan en una relación condenada, quedándose con la agridulce moraleja del carpe diem.Escrita y dirigida por Pascal Plante, Falsos tatuajes es una película que raya todas los requisitos emocionales del amor joven - es tierna, triste y simpática - y si bien fragua una excusa bastante débil para separar a los tórtolos, no comete el pecado de inventar una pelea tonta a tres cuartas partes del guión para subir la apuesta. Al final de todo otorga el premio consuelo de siempre: la sabiduría que llega cuando ya no es tan útil.