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Crítica de "Orión y la oscuridad": Charlie Kaufman y los miedos infantiles

Los productores de "Cómo entrenar a tu dragón" presentan esta historia escrita por el guionista de "Eterno resplandor de una mente sin recuerdos", basada en el libro de Emma Yarlett de 2014.

sábado 24 de febrero de 2024

Es inusual encontrarse con una película infantil de Charlie Kaufman. Su creatividad narrativa, fundamentada en el metadiscurso y su pesimismo existencial, parecía conspirar contra los mensajes optimistas y esperanzadores de las fábulas infantiles. Sin embargo, la mano de Dreamworks Animations imprime a la historia el tono alegre y superador necesario para crear un relato encantador sobre vencer el miedo a la oscuridad.

Orión, un niño de alrededor de once años, teme a todo, desde dormir solo por las noches hasta hablarle a la chica que le gusta. Con un trasfondo de psicología implícita, siempre presente en las obras de Kaufman, la historia imagina que este miedo proviene del temor primordial a la oscuridad. Para superarlo, la película inventa una relación de amistad entre el niño y la oscuridad, que se convierte en su amigo personal. Junto a otros seres nocturnos como "dormir", "dulces sueños", "insomnio" y "ruidos extraños", Orión aprenderá a disfrutar de la noche y superar su trauma.

Quienes hayan visto alguna de las películas dirigidas y/o escritas por Kaufman saben que él es quizás la persona ideal para abordar los miedos. Los temores, traumas y angustias existenciales que acosan al ser humano hasta la parálisis emocional. Este enfoque, trasladado al miedo a la oscuridad, da lugar a una atractiva fábula sobre superar los temores que la noche puede provocar en el corazón de un niño.

Orión y la oscuridad (Orión and the Dark, 2024) es una divertida fábula infantil construida sobre una narrativa clásica que deja claro su mensaje y atrae a audiencias de todas las edades. No obstante, el ingenio creativo de Kaufman se filtra en la narración, proporcionando los giros necesarios para revitalizar la historia. Por eso, se introduce el recurso de un Kaufman adulto contándole la historia a su hija antes de dormir. Este "entrar y salir" de la historia refleja la construcción barroca característica del famoso guionista, un recurso aplicado aquí "en su justa medida" para no abrumar al espectador convencional que busca una fábula clásica.

La película no deja de ser una fábula infantil con un mensaje claro: los niños pueden enfrentar su miedo a la oscuridad. Sin embargo, la creatividad del director de Quién quiere ser John Malkovich (Being John Malkovich, 1998) la eleva también a dilemas propios de la condición humana, para aquellos que deseen hacer otra lectura de la historia.

7.0
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