Critica de “Durazno Sangrando”: Claudio Santorelli y una mirada sobre la discapacidad intelectual y la falta de empatía

Inexorablemente el titulo Durazno Sangrando (2023) tiene una connotación musical, ya que ese es el nombre del segundo disco de Invisible (1975) banda liderada por Luis Alberto Spinneta cuyo tema homónimo reza “…quien canta es tu carozo, pues tu cuerpo al fin tiene un alma. Y si tu ser estalla, será un corazón el que sangre…”  De esta cita tan poética resulta una buena analogía de los sucesos de la película.

Una familia promedio cuida de una prima con algún tipo de retraso intelectual, el cual no se especifica. Todos resultan muy a gusto con esta situación, dado que la casa donde viven es de Chiqui (María Nydia Ursi Ducó) y resulta una buena contraprestación, hasta que ésta conoce a Bocha (Claudio Santorelli), una persona en situación de calle devenido pastor evangelista. La situación pone en alerta a la familia, la cual comienza a explorar las miserias de cada uno.

La narración es simple y clara, la historia arranca por el final, y como si fuera una precuela se van deshilachando las situaciones que llevan a la tragedia. Lo más flojo de la película es la factura técnica, se siente la falta de presupuesto, que se ve compensada con una buena dirección de actores que van cambiando su actitud con el correr de los minutos.

En la primera capa es un policial sin policías donde vemos el caso desde adentro, el misterio no dura mucho, pero eso no es lo importante, ya que por debajo de los personajes hay una subtrama donde la conveniencia, la falta de empatía y la violencia se hacen presentes. Y lo mas importante, deja en claro que no hay que juzgar sin conocer, ya que todos merecen una oportunidad ya que el amor, tanto como el odio pueden cambiar a las personas en un instante y para siempre.