Crítica de “Alicia en el país de las pesadillas“, un Lewis Carroll para el espanto

Hoy en día ni el ratón Mickey se salva de tener su versión slasher y el director británico aprovecha esta tendencia para tomar el cuento "Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas" con todos sus ingredientes, y hacer una historia de terror. La idea es buena pero la película es tan débil que solo queda en sus intenciones.

Alicia (Rula Lenska) llega a la casa de campo de su tia, una dulce anciana que le cuenta cuentos a la hora de dormir. Pero la casa esconde un secreto familiar con tragedia incluida y, junto a la lectura del cuento de Carroll, más de un fantasma aparecerá para acosar -y advertir de la maldición- a la protagonista. 

Al estilo de la Hammer en los años sesenta, Taylor toma una clásica historia para armar una producción reconocible por el espectador con un denotado estilo B. Todos los personajes del cuento de Carroll pasan por el film y se encontrarán con Alicia: el conejo relojero, el sombrero loco, siendo la clave la reina roja. Un misterio que cualquier espectador atento descubrirá en los primero minutos.

Hay una clara intención de evidenciar el bajo presupuesto y hacer de él un recurso nostálgico que evoque al cine de terror de antaño, sea a la productora británica o a las producciones de Roger Cornan basadas en cuentos de Edgar Alan Poe, “recitadas” por un solemne Vincent Price. Con esa impronta Richard John Taylor elabora un par de escenas tenebrosas con los tópicos del cine contemporáneo y no mucho más, en una película que apunta más a la sugestión que al susto fácil.

Alicia en el país de las pesadillas (Alice in terrorland, 2023) termina siendo sólo eso que el título anuncia: la versión de terror del clásico cuento de Lewis Carroll. Y nada más.