Crítica de "No va más, el diablo no juega a los dados", Carlos Portaluppi y un secuestro extorsivo

Eduardo (Marcos Montes) y Pancho (Carlos Portaluppi) secuestran a Samuel (Carlos Kaspar), un empresario, con la esperanza de cambiar sus vidas mediante el rescate. Sin embargo, la dinámica cambia cuando Samuel exhibe diversas actitudes, llevando a Eduardo y Pancho a enfrentar la situación de maneras distintas. La historia se desenvuelve mientras aguardan el rescate, y Samuel influye no solo en sus captores, sino también en el curso de sus propias vidas.

Resulta interesante que la trama se desarrolle en un único lugar, basándose en las conversaciones y diálogos entre los personajes. El manejo de la información emerge como un elemento crucial para el desarrollo de la historia, así como para la progresión de los eventos. La elección visual de primeros planos y la representación del espacio destacan que el drama surge del movimiento y la expresión de cada personaje. El diálogo y el uso de la palabra juegan un papel central en el estilo, marcando el ritmo de la narrativa. Simultáneamente, el espacio no solo cumple un rol protagonista en la trama, sino que también contribuye a la estética y al desarrollo del conflicto central.

La trama se enriquece con los cambios impulsados por las actitudes de los personajes, ofreciendo matices que mantienen la atención del espectador. La demostración del cambio y el control ejercido por Samuel sobre Eduardo y Pancho configuran el desarrollo del conflicto. El relato se estructura alrededor del elemento de la espera y la gestión del tiempo, elementos teatrales que construyen el drama. La tensión se manifiesta a través de las intenciones de los personajes y la resolución de la historia, destacando cómo el desenlace da al relato matices de varios géneros que influyen en la trama principal.

No va más, el diablo no juega a los dados (2023) explora el encuentro de personajes que se convierte en la columna vertebral de un drama cargado de tensión que aborda distintos temas sociales y revela la complejidad de cada personalidad. La resolución sorprendente contribuye a la riqueza de la narrativa, demostrando la habilidad de la película para tejer elementos inesperados en las relaciones entre los protagonistas.