Crítica de "Sagrada Familia 2", Manolo Caro entre lo abigarrado y lo trepidante

La trama comienza justo donde terminó la primera temporada, con Gloria desquiciada y decidida a proteger a su familia a toda costa. La tensión se incrementa con el secuestro de Natalia en el sótano y el pequeño Lorenzo como testigo de la verdadera naturaleza de la familia. El ritmo trepidante de la narrativa logra enganchar al espectador, a pesar de la pérdida de la sorpresa que caracterizó la primera temporada.

La serie, creada y dirigida por Manolo Caro, destaca por su puesta en escena llamativa y el uso creativo del color, recordando al estilo de Pedro Almodóvar. La banda sonora, con el icónico Hijo de la luna de Mecano, añade un toque místico que se intensifica al situar la trama en los días que precedieron al nuevo milenio, un momento de cambio y falta de certezas.

Caro aborda temas de maternidad tóxica, dolorosa y la ausencia de vocación de ser madre, reflexionando sobre la complejidad de las relaciones familiares. Najwa Nimri se destaca nuevamente en su papel, encarnando a una madre obsesiva y amenazante que proclama la sacralidad de la familia.

Aunque la trama se precipita más en esta temporada, manteniendo una mayor acción, la serie no pierde su esencia reflexiva. Los personajes, especialmente Gloria y sus hijos, enfrentan giros de guión, sorpresas y desafíos que exploran las profundidades de una familia rota y desestructurada.

La segunda temporada de Sagrada Familia sigue siendo un thriller familiar que consigue mantener el interés del espectador al explorar las complejidades de las relaciones familiares en un contexto abigarrado y trepidante.