Crítica de “El rapto”, un tenso thriller con Rodrigo de la Serna que indaga en la memoria argentina

Julio Levy (Rodrigo de la Serna) regresa junto a sus hijos y su pareja (Julieta Zylberberg) al país luego del horror de la dictadura y la posterior recuperación de la democracia. Con un exitoso padre banquero (Jorge Marrale), el negocio familiar los protege económicamente, pero, a la vez, los expone. La vida de Julio cambia cuando secuestran a su hermano mayor (Germán Palacios). Goggi construye un drama sobrio, potente, honesto y sensible que indaga en la memoria del país a través de los sucesos que vivió una familia.

Inspirada en el libro “El salto de papá” de Martín Sivak, la película construye su riqueza a base del serio tratamiento de cada escena. La coherencia con la cual transcurre la historia se evidencia a través de cada frase, cada acción y cada silencio. Lejos de cualquier estridencia, El rapto (2023) brilla en los momentos cotidianos. Una comida familiar, el fútbol en la televisión, un cigarrillo que se enciende y un abrazo que conmueve ejemplifican un desglose de oportunidades capaces de movilizar. Su cualidad está en lo visceral, en lo llano, en lo primitivo. La música diegética marca el ritmo de las situaciones diarias y vigoriza la creación de una atmosfera de intimidad.

Julio será quien encabece las negociaciones con los secuestradores y, por consiguiente, quien deba reunirse con las altas esferas políticas, incluso con el ex presidente de la Nación Argentina Raúl Alfonsín. En un momento en donde la libertad comenzaba a emerger, el poder se ubicaba fuera del ámbito estatal (o con infiltrados) y atentaba contra el bienestar común por medio de actos criminales. La sutileza de la obra de Goggi se profundiza gracias a las poderosas actuaciones de Rodrigo de la Serna y Julieta Zylberberg. Las escenas entre ambos son hipnotizantes.

¿Cómo es que un momento te puede cambiar la vida? La cinta expone sus argumentos a esta pregunta. En clave de thriller político, pero con ahínco en el desarrollo y la mutación de los vínculos familiares, El rapto es capaz de reflexionar sobre la memoria argentina sin necesidad de subrayar ni palmearse. Siendo sólida en toda su esencia, su final sintetiza la conjunción de realidad y poética. Con claridad técnica y convicción narrativa, sus tensas escenas culminantes potencian la amplitud de la obra.