Crítica de "La calma", Mariano Cócolo retrata la lucha por la tierra y la identidad en su ópera prima

Esta película independiente, protagonizada por Tania Casciani y Miguel Ángel Borra, emerge como un testimonio vívido y emotivo de la realidad latinoamericana, en particular, de la problemática campesina y el arraigo a la tierra. La historia gira en torno a Nancy, una estudiante de abogacía que, a raíz de un fatídico accidente cerebrovascular que afecta a su padre, se ve obligada a regresar a su pueblo natal. En su retorno, Nancy se enfrenta a una compleja disyuntiva en la que las presiones de los supuestos terratenientes la obligan a tomar decisiones trascendentales que repercuten en el futuro de las tierras y en su propia vida.

La calma no es solo una película; es un intento apasionado por representar de manera veraz y honesta la idiosincrasia de las comunidades huarpes que, hasta el día de hoy, trabajan la tierra y habitan los áridos territorios mendocinos. Cócolo se sumerge en esta realidad con profundo respeto, ofreciendo un vistazo íntimo a las complejidades y riquezas culturales de estas comunidades.

Lo que destaca inmediatamente en La calma es la espléndida dirección fotográfica. Cada escena es concebida con una óptica exquisita que captura la vastedad del desierto cuyano y la lucha de sus habitantes. A través de su enfoque visual, Cócolo logra transmitir una sensación de tiempo suspendido, un silencio visual que permite al espectador sumergirse en la narrativa y añadir su propia sensación y mirada a la historia. La película es una experiencia sensorial completa que envuelve al espectador en la vida en el desierto mendocino.

La calma es, en esencia, un canto a la resistencia, un recordatorio de la importancia de defender las raíces y las tradiciones frente a la presión del cambio y el desarrollo. Cócolo logra transmitir un mensaje claro, ilustrando la lucha de aquellos que trabajan la tierra ancestral y la identidad que emana de ella. Es un testimonio apasionado de la vida en el desierto cuyano y un tributo a las comunidades que siguen manteniendo vivas sus tradiciones.