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Crítica de “Medios hermanos”, una divertida road movie hacia ambos lados de la frontera

El film crítica la política inmigratoria estadounidense con este relato de dos medios hermanos que deben conocer la historia de su padre.

martes 22 de agosto de 2023

Dirigida por el estadounidense Luke Greenfield y escrita, entre otros, por el mexicano Eduardo Cisneros, Medios hermanos (Half Brothers, 2020) funciona por su habilidad para conectar con las emociones y el humor en los momentos precisos. Aunque no se aventura en terrenos narrativos novedosos, la película adopta la estructura clásica de una road movie para reconstruir la compleja relación entre padres e hijos y, sobre todo, entre dos medios hermanos de personalidades notablemente diferentes.

La historia es simple. Renato Murguía (interpretado en su edad adulta por el mexicano Luis Gerardo Méndez) tiene una relación idílica con su padre (el colombiano Juan Pablo Espinosa). Cuando una fuerte devaluación de la moneda cae sobre la economía mexicana (nada difícil de entender para Argentina) el padre decide probar suerte en los Estados Unidos. El tipo nunca vuelve y el chico crece con éxito empresarial pero sin capacidad afectiva.

A poco tiempo de casarse, Renato recibe una llamada que informa que su padre está por morir. Al viajar a verlo descubre que tiene un medio hermano llamado Asher (el estadounidense Connor del Río), su antítesis en el carácter. Cuando pide explicaciones su padre le deja una serie de acertijos desplegados por todo el sur de Estados Unidos que, con su nuevo hermano, deberán buscar para hallar las respuestas.

Medios hermanos es un film de carretera convencional. Renato y Asher son una pareja despareja, opuestos que chocarán hasta aprender del otro en el viaje en auto, mientras conocen la historia del calvario vivido por su padre en su llegada a Estados Unidos. Transversalmente al relato familiar, aparece una divertida -y no por eso menos profunda- crítica a la política inmigratoria de Estados Unidos. Todos los tópicos relacionados con el muro de Trump inclusive, aparecen en un chiste para la trama.

La construcción del mexicano como un ingeniero de traje (Renato) y el estadounidense como un tipo estúpido pero sensible (Asher) es una declaración de principios de la película para romper con los estereotipos convencionales hacia ambos lados de la frontera. El sueño americano se vuelve trunco al primer minuto en una película que se ríe de “cómo nos ven” unos a otros, y pone el foco en las relaciones humanas como única manera de sobrevivir ante la adversidad.

Una producción estadounidense que encuentra una vuelta de tuerca interesante y divertida al trillado relato de construcción de la identidad con la frontera como factor determinante.

7.0
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