Crítica de “Doble discurso”, el coach de la política con Diego Peretti

En tiempos de elecciones en Argentina se estrena esta película que retrata, como pocas veces se vio, la rosca política. El detrás de escena de las campañas electorales se muestra desde los costados legales hasta las manipulaciones más impúdicas para posicionar a un candidato por sobre otro. El problema es el tono del film que no se termina de definir en ningún momento.

El griego (Diego Peretti) es un viejo zorro de la política (hay una metáfora bastante obvia con un cuento infantil) que ahora está retirado y sólo lo motiva su hobbie de coleccionar estampillas. Por eso la plata no lo moviliza cuando le piden ayuda con un nuevo candidato tras la muerte prematura del presidente. Cuanto le ofrecen dos figuras imposibles de conseguir, el hombre acepta la misión: hacer ganar en las próximas elecciones al corrupto Ricardo Prat (Rafael Ferro). Pero la periodista Camila Hewell (Julieta Cardinale) está dispuesta a desenmascarar su accionar cueste lo que cueste.

Doble discurso (2023) comienza como una sátira política, con un humor burlón de los entramados dentro de un universo presentado como el circo de la política. Pero luego el film empieza a tomarse en serio la cosa, los chistes ceden ante el thriller con los peligros mafiosos de las altas esferas del poder. En el medio hay una historia de amor, un poco tirada de los pelos, para convertirse sobre el final en una fábula moral.

Estos cambios de tono y registro no son un problema en sí mismo, si el relato encuentra la forma de fluir de uno al otro. Sin embargo, eso aquí no sucede, haciendo sentir los saltos abruptos de tono y estilo. La primera parte es contada desde cierta distancia que permite la sátira con el personaje outsider de Diego Peretti. Una mezcla del manipulador en las sombras que interpretaba Robert De Niro en Mentiras que matan (Wag the Dog, 1997) con  Duran Barba. Pero en la segunda mitad, se busca la empatía con los dilemas y emociones de este personaje construido de manera caricaturesca.

El tema es que estos cambios modifican el mensaje final de la película sobre la política. Lo que se plantea como un universo siniestro en un comienzo, con humor y distancia, termina recayendo sólo sobre algunos individuos, los villanos de la historia, quitando el manto de pesimismo a la política y haciendo una comedia pasajera sobre el tema.