Crítica de "Vivero", Imogen Poots y Jesse Eisenberg atrapados en Yonder

La trama sigue a Gemma (Imogen Poots) y Tom (Jesse Eisenberg), una pareja que busca comprar una casa y termina atrapada en una surrealista urbanización llamada Yonder. Desde el principio, la historia establece una atmósfera desconcertante cuando descubren que no pueden escapar del laberinto de las calles de Yonder. La llegada de un bebé misterioso en la puerta de la casa marca un punto de inflexión, y la película se sumerge aún más en el terror y lo inesperado. El niño crece a un ritmo acelerado y adopta un comportamiento perturbador que refleja la siniestra naturaleza de su entorno.

Finnegan nos sumerge en un mundo surrealista y onírico, evocando un cuadro de Magritte o las películas de Tim Burton, Lars von Trier o David Lynch. La casa número 9, donde quedan atrapados, recuerda a los icónicos escenarios de la serie The Twilight Zone, lo que contribuye a mantener la intriga.

Vivero se destaca por su capacidad para mezclar elementos de terror, comedia y sátira social. La narrativa funciona como una crítica incisiva al conformismo suburbano y las expectativas sociales que muchas veces imponemos a nosotros mismos. Es una metáfora inquietante sobre las trampas de la vida adulta y los sacrificios que a menudo hacemos por la ilusión de tener una vida perfecta.

Con una trama ingeniosa y actuaciones sólidas, Vivero es una película sorprendente y única que deja al espectador reflexionando sobre la naturaleza de la realidad y la lucha por la libertad en un mundo cada vez más homogéneo y controlado.