Crítica de "La espera", Ingrid Valencic y Celeste Contratti retratan la rutina solitaria de un cazador

Es interesante que el relato se presente desde el punto de vista de Daniel Mansinelli, el cazador, ya que la cámara lo acompaña en todo su recorrido. A través de este enfoque, se muestra cómo el espacio se convierte en un elemento clave que construye la atmósfera de la historia.

La espera (2023) explora y relaciona los dos espacios concretos en los que se desarrolla la vida del cazador: el de la naturaleza, con sus sonidos y animales propios, y el espacio personal de la casa, donde se llevan a cabo las actividades cotidianas. Ambos espacios se relacionan a través de la presencia de Mansinelli, el protagonista principal.

La película también utiliza elementos cotidianos para marcar su estilo, como la escena en la que el cazador prepara la presa para retirarle la piel y luego la cocina para comer. El estilo visual se concentra en los detalles y en la actividad del cazador, creando una experiencia sensorial que permite al espectador percibir directamente la situación del protagonista y el entorno en el que se encuentra. La metáfora de la espera construida desde el espacio es especialmente efectiva, ya que acentúa el drama y el estilo visual de la película.

En conclusión, La espera es un retrato que utiliza la forma del documental para explorar temas como la soledad y la relación entre el hombre y la naturaleza. La película presenta una mirada personal y detallada sobre la vida de un personaje y su actividad diaria, mientras que el estilo visual y la atención a los detalles crean una experiencia sensorial que permite al espectador experimentar directamente el entorno del cazador. Estamos ante una película fascinante que ofrece una perspectiva única sobre la vida en el campo.