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Crítica de “¿Cuánto vale la vida?”, un cuento moral con un gran Michael Keaton

La película de Sara Colangelo cuenta la historia del Fondo de Compensación creado para las víctimas del atentado a las Torres Gemelas.

viernes 03 de septiembre de 2021

El 11 de septiembre se acerca y una nueva conmemoración es el marco ideal para estrenar ¿Cuanto vale la vida? (Worth, 2020), el drama aleccionador de Sara Colangelo (Pequeños accidentes, La maestra del kinder) escrito por Max Borenstein que apela a la bondad en tiempo de crisis.

Este tipo de relatos, de narración clásica para elaborar una emotiva moraleja, cuentan con un personaje que hace una curva de aprendizaje a lo largo del film. Es el caso de Ken Feinberg (Michael Keaton), un abogado sin escrúpulos que explica a sus estudiantes de abogacía el título de la película, al distinguir filosofía de economía. La escena lo pinta en cuerpo y alma, un burócrata frío y calculador que, después del 11 de septiembre de 2001, es llamado por el gobierno para armar un Fondo de Compensación para las víctimas, con el fin de evitar una lluvia de demandas.

El tipo no tiene malas intenciones, porque sabe el accionar de las compañías de seguros y su poder de Lobby, pero cuando le sugiere a los familiares de las víctimas la “formula” mediante la cuál algunos recibirán una suma y otros otra menor de acuerdo a sus ingresos, hipotecas y demás, al protagonista lo quieren quemar en la hoguera. 

La película con puntos en común con En primera plana (Spotlight, 2018) se las ingenia para hacer una historia de “escritorios” emotiva e interesante. Primero traza el factor tiempo, con los dos años que tiene el equipo de abogados para lograr que los más de 7000 damnificados acepten la oferta del Estado. Ese tiempo que se agota le imprime ritmo y cierto vértigo a la crónica administrativa y marca la transformación (de inmoral a moral) de la oferta de Ken.

Aparece muy bien un irreconocible Stanley Tucci como Charles Wolf, líder y voz principal en la organización independiente de los damnificados. El hombre representa el factor humano en un fondo compensador que piensa solo en números. Hay un par de duelos actorales con Keaton muy buenos, que logran que empaticemos con sus válidos argumentos. Ambos tienen razón desde su óptica y eso hace imposible el acuerdo.

Keaton ha sabido representar personajes de dudosa moral y su Ken Feinberg le calza como anillo al dedo. Un burócrata amante de la ópera y las tácticas en el estrado pero alejado de la gente a la que tiene que ayudar. Su incomodidad para dialogar con cada “persona real” fuera de los números de la oficina demuestran los detalles de la minuciosa caracterización del actor de Birdman (2014). Amy Ryan completa el elenco como su compañera de trabajo.

Sobre el final de la película podemos observar los momentos menos probables del caso, con escenas de excesiva sensibilidad. Sin embargo, y aunque camine por terreno conocido, el relato logra contar la representada tragedia desde otro lugar, tal vez el menos cinematográfico de todos, y ese es un mérito en sí mismo.

6.0
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