Crítica de “Una casa sin cortinas”, de Julián Troksberg, sobre el misterio "Isabelita"

Entre los personajes más controvertidos, polémicos, y porque no odiados, de la historia argentina y del movimiento peronista, se encuentra sin dudas María Estela Martínez de Perón, más conocida como Isabelita, que llegó al poder como vicepresidenta durante el tercer mandato de Juan Domingo Perón, su marido, y que tras su muerte el 1 de julio de 1974, asumió la presidencia que desembocó en la atroz dictadura que gobernó el país entre 1976 y 1983.

Nacida el 4 de febrero de 1931, la figura de Isabelita es un enigma, poco se sabe tanto de su vida anterior como posterior a su fugaz paso por la política nacional acompañando a Perón. Bailarina de danzas españolas se casó con el general, al que no se sabe bien como ni cuando conoció. Podría haber sido en el 57 en Panamá, aunque una de las fuentes entrevistadas indica que fue en el 54 en la Argentina. Tampoco como llegó a López Rega, ni cuanto sabía de política y de lo que en realidad pasaba en su gobierno. Aunque como virtud se le reconoce su lealtad al movimiento peronista durante los años que estuvo presa tras haber sido derrocada.

Una casa sin cortinas (2021), que sin proponérselo dialoga de manera directa con Happiland, la obra teatral de Gonzalo Demaría con dirección de Alfredo Arias e indirecta con La vida dormida (2020), de Natalia Labaké, busca resolver estos y otros misterios que rodean su controversial figura a través de la reconstrucción cronológica de algunos aspectos de su vida personal y política mediante la inclusión de material de archivo inédito o poco divulgado, la visita a lugares emblemáticos como el Museo 17 de Octubre en San Vicente, o viajando a Madrid para tratar de entrevistarla, junto a los testimonios de cerca de treinta personajes claves y diversos que pueden ayudar al armado del rompecabezas.

La lista incluye desde Haydee Padilla, compañera de estudio en el Cervantes, hasta Eva Gatica, o los artistas plásticos Marcia Schvartz y Enrique Savio, pasando por políticos y sindicalistas como Ruckauf, Papaleo, Abal Medina, Nilda Garré, Oraldo Britos, Dante Gullo, Corach o Hugo Curto. A ellos se le suma su apoderado legal Humberto Linares Fontaine, su asesor financiero Alfredo García Serrano, sus ex abogados Juan Gabriel Labaké y Atilio Neira, su antigua asistenta María Keuchakian y hasta el vidente y amigo personal Octavio Aceves. Claro que para cerrar el círculo falta su voz, que más allá de la ardua tarea para conseguir su testimonio no quiso prestarse. Desde el año 96 que no brinda reportajes y se encuentra alejada de todo acontecimiento político como público.

La historia, que está construida como un thriller político, resulta un mordaz ejercicio de estilo narrativo que atrapa desde el comienzo y no da respiro. Como en una película de detectives, Troksberg busca resolver un caso donde las pistas son limitadas y el misterio cada vez mayor.

Una casa sin cortinas presenta una historia adictiva que como el personaje que busca retratar está llena de claroscuros, misterios, preguntas que no encuentran respuestas y una gran duda: ¿Quién es en realidad Isabel Perón?