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Crítica de "El día del fin del mundo", otra de cine catástrofe

Enmarcada dentro del esquemático cine catástrofe, 'El día del fin del mundo' (Greenland, 2020) cumple a rajatabla con los tópicos del género. Aquí el detonante es un meteorito, como ese que dice la NASA impactará contra el planeta en 2022, y que en la película protagonizada por Gerard Butler pondrá fin a la humanidad.

Crítica de "El día del fin del mundo", otra de cine catástrofe
lunes 18 de enero de 2021

La historia es ridícula por donde se la mire, no en la probable catástrofe que se avecina (estamos en medio de una pandemia mundial y el Apocalipsis resulta familiar) sino en la manera en que se producen los distintos episodios de la trama.

En medio del cumpleaños de su hijo, el constructor de edificios John Garrity (Gerard Butler) llega a su casa con una valija que insinúa que la relación con su esposa (Morena Baccarin) está en conflicto. En la celebración recibe una llamada del ”Departamento de Seguridad de los Estados Unidos” que, como si fuera una promoción telefónica, le indica que fue seleccionado con su familia para el búnker.

Ahí empieza la tradicional lucha por entrar en el grupo de elite que viajará al escondite, metáfora del sistema social que anuncia “no hay lugar para todos”. En todas las películas del cine catástrofe no hay lugar para todos, ni en el puente de 2012 (2009) ni en los botes salvavidas del Titanic (1997). Esto sucede en una carrera contra el tiempo porque en pocas horas el asteroide impactará contra la Tierra. Claro, como nuestro héroe es popular, llega a la puerta de embarque y su hijo es rechazado por padecer diabetes, y debe sumarse al resto de los mortales por llegar a la tierra prometida, otro tópico del género, desde Mad Max 2: El guerrero de la carretera (Mad Max II: The Road Warrior, 1981) a Waterworld (1995).

El lugar utópico está siempre al norte para los norteamericanos, en este caso deben ir a Canadá para tomar un vuelo a Groenlandia, el territorio danés del título original.Lo divertido del previsible film son las reacciones de la humanidad que muestra su solidaridad y sus miserias por sobrevivir. Algo que comprobamos con el COVID19 y resulta hoy en día bastante verosímil, pero la película lo hace de manera burda. La juventud festeja con alcohol y música en una terraza, los feligreses de la iglesia miran al cielo los destellos de rocas caer, los afroamericanos y latinos son los que ayudan -y por supuesto también los canadienses-; mientras que los pares, los estadounidenses como ellos, son quienes tratan de sacar ventaja en el sálvese quien pueda.

El fin del mundo le da la última oportunidad al personaje de Butler de recuperar a su familia (otro tópico del cine catástrofe, la familia a conservar como base nuclear de la sociedad, pensemos en Lo Imposible) y convertirse en el héroe de su hijo y esposa. Como en Invasión Zombie (Train to Busan, 2016) el tipo no busca salvar a la humanidad sino la redención personal, en una película que no está mal, pero ya la vimos infinidad de veces.

6.0
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