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Crítica de “Tokyo Shaking”: un edificio inestable, con Karin Viard

El realizador francés Olivier Peyon dirige un drama de catástrofe centrado en el impacto del terremoto de Japón de 2011 en un ambiente laboral.

lunes 08 de abril de 2024

El 11 de marzo de 2011 ocurrió un terremoto con epicentro en el océano Pacífico, a 373 km de Tokio. Fue el terremoto más grande de la historia de Japón y el cuarto más fuerte en la historia de los sismos desde que se tiene registro. Causó cerca de 16 mil muertos, 2500 desaparecidos y una gran cantidad de heridos. El evento produjo un tsunami, desabastecimiento eléctrico y fallos en el funcionamiento de las centrales nucleares.

Tokyo Shaking (2021) retrata la catástrofe centrándose en el personaje de Alexandra (Karin Viard), una empleada francesa de cierta jerarquía en un banco francés con sede en Tokio. Alexandra se acaba de mudar a la ciudad con sus hijos cuando sucede el terremoto, y, tras el mismo, debe comenzar a tomar decisiones en pos de mantener el orden en su trabajo sin dejar de proteger a su familia.

Dirigida por Olivier Peyon y escrita por Peyon y Cyril Brody, Tokyo shaking parte del terremoto pero se centra principalmente en los dilemas que en una situación límite se le presentan a alguien que tiene personal a cargo pero que debe esperar decisiones ajenas y atenerse a ellas. De esta manera, la estabilidad laboral y la responsabilidad de “no abandonar el barco” se enfrentan a aquello que dicta la ética, así como a las dificultades que esta responsabilidad conlleva a nivel personal. La película también toca la temática de los roles de liderazgo en las mujeres y la postergación de las personas migrantes, reflejada en una clasificación que la empresa realiza en relación a la nacionalidad de los trabajadores.

Producido entre Francia y Bélgica y rodado entre Japón y Francia, el film trabaja con material de archivo para presentar cada uno de los eventos desencadenados por el terremoto. Las imágenes del evento catastrófico se articulan con el material de ficción a través de pantallas de televisores, generando un buen resultado a nivel técnico pero produciendo cierto distanciamiento del evento que hace que la magnitud del mismo no se termine de dimensionar visualmente.

Tokyo shaking se balancea entre el drama y el cine de catástrofe, pero se desenvuelve con una solemnidad que desencanta. Las decisiones individuales están sobreexplicadas, y los personajes centrales terminan procediendo de manera inusitadamente ética para tratarse de una situación límite. El final de la película también llega subrepticiamente.

El film de Peyon guarda una gran similitud con Un nuevo mundo (Un autre monde), una película del mismo año dirigida por Stéphane Brizé, en tanto ambas abordan los conflictos éticos de empleados de jerarquía que ejecutan decisiones ajenas. Sin embargo, la película de Brizé parte de una premisa más simple y aprovecha los recursos del medio para narrar sin decir. En este sentido, el protagónico de Vincent Lindon es un gran rol, en tanto que el de Viard en Tokyo shaking desaprovecha las capacidades de la intérprete.

A pesar de estar técnicamente bien realizada y de poseer varios momentos de buena tensión dramática, Tokyo shaking es una película que tambalea para decidir qué es lo que quiere contar (o qué es lo que quiere enseñarnos).

5.0
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