Crítica de “Toc Toc Toc (Cobweb)”, el sonido del mal, una telaraña de miedos

Como sucedía en Bárbaro (Barbarian, 2022), la película comienza de manera convencional, como tantas otras producciones del género para luego girar de forma drástica hacia otros terrenos.

Estamos en los días previos a Halloween y Peter (Woody Norman), un niño de ocho años que sufre de bullying en el colegio, escucha por las noches unos misteriosos golpes en la pared de su dormitorio. Sus padres, interpretados por Lizzy Caplan y Antony Starr (Homelander, el superman maldito en The Boys), insisten en que sólo están en su imaginación. Peter duda si el peligro es lo que se esconde en su pared o lo que sus padres le ocultan por alguna siniestra razón.

El guión de Chris Tomas Delvin, quien escribió la remake de La masacre de Texas (Texas Chainsaw Massacre, 2022), empieza con la trillada idea de la casona embrujada que esconde un secreto en su interior, para luego virar hacia lugares insospechados. Los miedos asociados a la carencia de afecto, son sólo el disparador de una trama con recurrentes vueltas de tuerca.

Dirigida por Samuel Bodin, Toc Toc Toc, el sonido del mal (Cobweb, 2023) sorprende por estos giros en la trama que provocan un descenso a las oscuridades familiares más aterradoras, aunque no siempre bien justificados desde la coherencia narrativa. Se nota que la película está más pendiente de producir el efecto buscado que en justificar sus giros argumentales.

Sin embargo, son destacables los momentos terroríficos muy bien diseñados desde el trabajo con luces y sombras, el montaje atento a qué se muestra y que se esconde en la puesta en escena, y una actuación siempre ambigua de Antony Starr, con una falsa cordialidad en clave Norman Bates. Por su parte, Lizzy Caplan actúa en clave Carrie (1976) en un film lleno de referencias cinéfilas. La gente detrás de las paredes (The People Under the Stairs, 1991) de Wes Craven, Coraline y la puerta secreta (Coraline, 2009) de Henry Selick, El resplandor (The Shining, 1980) de Stanley Kubrick, se suman entre otras referencias cinematográficas. Estos recursos generan una atmósfera inestable en donde el terror siempre está por emerger.

Una película que, si bien no es una obra maestra del género, logra destacarse de la media de producciones intrascendentes y proporciona buenos momentos con los retorcidos y siniestros acontecimientos que salen de atrás de la pared.