Crítica de “Fragmentada”, policial negro en la Patagonia con Jazmín Stuart

La protagonista es Irina (gran trabajo de Jazmín Stuart), una oficial de policía que regresa a la Patagonia para cuidar a su madre enferma (Beatriz Spelzini) con su hija adolescente. Sin embargo, la desaparición de la hija de una vieja amiga la lleva a involucrarse en un caso que esconde los oscuros secretos del lugar, poniendo su vida y la de su propia hija en peligro.

Fragmentada (2023) sigue los tópicos del cine negro, con los entramados políticos-mafiosos vitales para elaborar su relato. Secretos que permanecen ocultos hasta que un nuevo crimen los reflota, con las implicancias del poder manipulando los hilos de la investigación.

Facundo Escudero Salinas hace una película con buenas intenciones que, sin embargo, termina siendo despareja. La propuesta de un crimen en territorio aborigen disputado por una empresa multinacional es un excelente disparador para detallar un entramado criminal asociado al poder real en medio de la Patagonia. Junto a él, aparece la s ubtrama de índole personal de la protagonista asociada a un secreto de su infancia que conectará con el crimen.

La película cierra sus líneas argumentales con la intención de que coincidan ambas historias en el mismo punto, una idea de guión que no siempre acompaña el desarrollo interno de los personajes y fuerza el giro de tuerca final. Un mecanismo de estructura narrativa que piensa más en el punto de llegada que en el desarrollo y tiempos del relato.

Más allá de esto, Fragmentada cuenta con algunos aciertos interesantes, como la narrativa fuera de campo de algunas situaciones para no detenerse en el melodrama y darle mayor importancia a la investigación policial y sus oscuros descubrimientos.

Un thriller sórdido que tiene su mayor fuerte en el trabajo de Jazmin Stuart, una entrega física destacada que la posiciona como una heroína aguerrida y autosuficiente, pocas veces vista en el cine nacional.