Crítica de "Dejar el mundo atrás", Julia Roberts y Ethan Hawke en un thriller apocalíptico que desafía las convenciones

La historia se sumerge en la vida de la familia integrada por Amanda y Clay Sandford, interpretados  por Roberts y Hawke, junto a sus dos hijos adolescentes, quienes buscan un retiro tranquilo en un Airbnb. Sin embargo, la paz prometida se desvanece cuando dos extraños, padre e hija, encarnados por Mahershala Ali y Myha’la Herrold, irrumpen en su refugio con noticias inquietantes de un inminente ataque cibernético.

Basado en la exitosa novela "Leave the World Behind" de Rumaan Alam, Dejar el mundo atrás rompe con los convencionalismos apocalípticos, donde la amenaza suele permanecer fuera del campo visual del espectador, al enfocarse en las tensiones humanas ante la catástrofe inminente. La narrativa se desenvuelve como un intrigante juego de confianza y desconfianza, llevando al espectador a cuestionar la verdadera identidad del intruso y a indagar en los secretos que yacen en la oscuridad. Este enfoque no solo proporciona un giro refrescante al género, sino que también profundiza en la psicología de los personajes, explorando cómo enfrentan el desconcierto y la amenaza directa a su humanidad en medio del caos.

El elenco estelar, que también incluye a Kevin Bacon, contribuye a la autenticidad de la película. Julia Roberts se destaca como Amanda, una esposa egocéntrica enfrentada al colapso del mundo moderno mientras disfruta de unas lujosas vacaciones. Ethan Hawke brinda una actuación convincente como Clay, tratando de mantener la calma en medio del caos creciente.

Dejar el mundo atrás logra tejer una atmósfera tanto enrarecida como aterradora, destacándose por su habilidad para crear climas cautivadores de manera intermitente. A pesar de enfrentar ciertos problemas narrativos y de adoptar un enfoque cinematográfico que se alinea con la creciente tendencia de narrativas extensas, desafiando las fronteras entre el cine y las producciones de streaming, la película emerge como un descenso convincente de dos horas hacia un caos inminente.

A pesar de que en algunos momentos su realización parece desviarse en su propia lógica incierta, lo que genera episodios de desconcierto, Dejar el mundo atrás sin duda dará lugar a debates apasionados sobre las implicaciones futuristas que propone.