Crítica de “El otro hijo”, Juan Sebastián Quebrada narra el duelo en la adolescencia

Existen muchas películas sobre el proceso del duelo, la manera de transitar el dolor en una persona, familia o grupo humano. Pero lo interesante de El otro hijo (2023) es su anclaje en la adolescencia como momento de presiones sociales y experimentación que complejiza aún más el tránsito de la pérdida. 

Federico (Miguel González) es un adolescente introvertido que vive con su madre y su padrastro en una clase social acomodada. Simón (Simón Trujillo) es su hermano que es todo lo contrario a él: es popular, divertido y tiene una novia llamada Laura. Un día asisten a una fiesta y de manera inesperada, Simon se suicida y Federico queda en un lugar muy difícil para su edad, debe acompañar a su familia y amigos en el duelo, mientras él mismo procesa la pérdida de su hermano.

Con un enorme trabajo de Miguel González, su actor principal, la película trabaja de manera sensorial sobre las presiones en el cuerpo del protagonista. Presión social, familiar y sexual, todo accionando como una furiosa bomba de tiempo. Federico no llora, no se enoja, no reacciona; toda la procesión va por dentro de su rostro angustiado. Una olla a presión que tarde o temprano se destapará. 

Detrás del duelo, El otro hijo también describe las presiones de clase en los adolescentes. Chicos que parecen tener los problemas económicos resueltos (se trasladan en auto a todos lados, van a colegios privados, aspiran con estudiar en el exterior) privilegios que esconden una enorme dependencia económica de sus familias. Lo que parece una solución se trasluce en un problema a la hora de independizarse. Una problemática descrita de manera sutil que contextualiza el conflicto de la película.

Juan Sebastián Quebrada elabora una película profunda sobre el dolor, con mucha intensidad para construir vínculos desde lo no dicho y un conocimiento especial sobre una situación trágica que modifica la vida de los integrantes de una familia en su conjunto y, en el centro de la escena, de un adolescente en pleno pasaje a la adultez.