Crítica de "El Exorcista: Creyentes", una nueva secuela del clásico de terror

¿Cuál es el motivo por el que varios clásicos del cine de terror son “tocados”? Los remakes están a la orden del día y las secuelas parecen ser un camino allanado para los estudios. David Gordon Green (Piña Express) lo ejemplificó con Halloween: tomó el universo creado por la película de Carpenter de 1978 y reinició la saga. La obra del 2018 contó con el aval del director de La Cosa (The Thing, 1982) y continuó con secuelas tanto en el 2021 como en el 2022. Ahora, Green redobla la apuesta. El mismo realizador lo intenta con, quizás, la película de terror más importante de la historia. El margen de error es proporcionalmente inverso al riesgo asumido.

El Exorcista: Creyentes (The Exorcist: Believer, 2023) es la cinta que Universal Pictures eligió para comenzar el mes del terror y todo terminó confluyendo. El aniversario coincide de manera casual con el año en el cual Friedkin ya no está más en el mundo de los vivos y, además, plantea una oportunidad debido a las débiles secuelas de la obra original. El realizador de Contacto en Francia (The French Connection, 1973) había exteriorizado su descontento con esta nueva continuación. “El sujeto que está haciendo las nuevas secuelas de Halloween está preparando una película de El exorcista. Mi película insignia está a punto de ser ampliada por el hombre que hizo Piña Express (Pinneaple Express, 2008). No quiero estar presente cuando eso suceda. Pero si hay un mundo espiritual y puedo regresar, planeo poseer a David Gordon Green y hacer que su vida sea un infierno”, había expresado de manera jocosa William Friedkin al crítico de cine Ed Whitfield.

Cada pensamiento previo sobre El Exorcista: Creyentes planteaba una mirada plagada de sesgo e historia. Descartando el no poder estar a la altura de la obra maestra, el pseudo homenaje tomaba fuerza. Ahora, su estreno lo reconfirma: David Gordon Green homenajea a la obra original con muchísimo amor, pero con poca capacidad para asustar. Su gran talento como director de comedia aún se disipa en cintas que necesitan otra impronta. La construcción de un nuevo universo tiene buenas intenciones, pero no ofrece nada nuevo y resulta un producto trillado y convencional.

El Exorcista (The Exorcist, 1973) logró su efectividad al no mostrar más de lo que el mundo terrenal exteriorizaba. El demonio se comunicaba a través de Megan y, mientras tanto, no sabíamos bien cómo la niña, por dentro, la pasaba. El gran error de la cinta de David Gordon Green –además de algunas escenas con extraños efectos especiales– es mostrar más de lo que necesitamos. Una imagen impactante será mucho más recordaba que miles de palabras que buscan explicar lo que acontece. El Exorcista: Creyentes no deslumbra, no deja huella. Se manifiesta con diálogos y no aprovecha la riqueza del lenguaje audiovisual. Sus casi dos horas de duración entretienen, pero no escapan de un sentimiento repentino de déjà vu.

El regreso de Linda Blair y Ellen Burstyn representan un atractivo inmediato que ratifican el mencionado amor de Green por la cinta de los 70. La icónica música logrará ponernos los pelos de punta, pero sugestionados por nuestro evidente cariño a la obra que dispuso todo. Sacando estos dos elementos que trazan el vínculo con la obra original, el largometraje se centra en una nueva historia que inicia con la desaparición de dos niñas y la desesperada búsqueda de sus padres. Los pasados de las familias –sobre todo la liderada por el personaje bien ejecutado de Leslie Odom Jr. (Hamilton)– se hacen presentes para dar argumentos a las intenciones de los sujetos y, por ende, del mal. Posesiones, muertes desagradables y mucha fe conjugan una narrativa que se centra en los vínculos padres/hijos y, lejos de espantar, propone una versión edulcorada, previsible y ATP para encarar un tema escabroso.

A partir de una historia que Green escribió junto al comediante Danny McBride, El Exorcista: Creyentes no traerá nada nuevo al cine de terror y, aunque resulte contradictorio, tampoco nada viejo. Jugar con los espíritus nunca es una buena idea. Jugar con los clásicos de terror parece que, por el momento, tampoco.