Crítica de “Nowhere”, Anna Castillo en un angustiante thriller que naufraga

Una secuencia de apertura claustrofóbica en un puerto nos introduce junto a la protagonista en un contenedor mientras escapa de las luces delatoras de las fuerzas de seguridad. Las noticias radiales hablan del caos, desabastecimiento, recesión y caída del gobierno. Estos datos describen una situación distópica, que no parece tan lejana, y nos sumergen en la incertidumbre y la inseguridad de los más vulnerables.

En este oscuro panorama, Mia (Anna Castillo), una mujer embarazada que busca escapar ilegalmente de su país junto a su pareja (Tamar Novas), se esconde en un contenedor con el fin de llegar a Irlanda, un país ajeno al caos descripto. Pero el habitáculo se convierte en un escenario de horrores inimaginables.

Los recursos mencionados anteriormente establecen el tono de la película, que recurre al uso del fuera de campo y la inmersión sonora para generar una tensión latente en la lucha por la supervivencia. El contenedor en el que está oculta la protagonista termina en medio del océano, y sobrevivir con un hijo a punto de nacer se vuelve una utopía.

Sin embargo, esta producción llamada Nowhere (2023) no logra eludir los desafíos de este tipo de relatos. La dilatación temporal en el espacio de confinamiento conduce a situaciones que rozan lo inverosímil, desafiando a los guionistas (Indiana Lista, Ernest Riera, Seanne Winslow y Teresa de Rosendo) a recurrir a su imaginación para justificar una serie de eventos extraordinarios. Un equilibrio siempre difícil de alcanzar.

Estamos frente a un relato clásico de naufragio, con segmentos angustiantes y efectivos, que aprovecha los recursos cinematográficos del cine de terror para generar tensión. No obstante, la prolongación en el tiempo de supervivencia en el container lleva a plantear situaciones que bordean el ridículo que le juegan en contra al resultado final.