Crítica de "El amor está en el aire", un romance australiano que vuela entre lo pintoresco y lo predecible

El amor está en el aire inicia su travesía en aguas conocidas de las comedias románticas. Desde el comienzo, se sumerge de lleno en las convenciones del género, ofreciendo una trama que resulta sorprendentemente familiar. Delta Goodrem interpreta a la protagonista, una cautivadora australiana dedicada a su carrera, mientras que el personaje masculino (Joshua Sasse) es un ejecutivo británico encargado de clausurar su negocio. La inevitabilidad de la atracción entre estos dos personajes principales es evidente desde el primer momento, dejando escaso margen para la sorpresa o la innovación en el desarrollo de la historia.

La película, en su conjunto, da la sensación de ser más una producción televisiva que un largometraje de alto presupuesto. Es destacable su reluctancia a desafiar las fórmulas establecidas en el género de la comedia romántica, ya que se aferra con firmeza a los estereotipos y los clichés que han sido recurrentes en innumerables películas similares.

A pesar de sus limitaciones en términos de originalidad y profundidad, El amor está en el aire ofrece una experiencia cinematográfica sencilla, liviana y sin complicaciones. Es una opción perfecta para aquellos que buscan entretenimiento sin complicaciones, que pueden disfrutar sin esfuerzo y sin tener que sumergirse en tramas complejas.

No obstante, la película se destaca como un escaparate cautivador de los hermosos paisajes australianos y la hospitalidad de su gente. Siendo una comedia romántica que cumple con las expectativas típicas del género, podría satisfacer a los amantes de las películas románticas tradicionales. Sin embargo, para aquellos que anhelan una experiencia más fresca y significativa, es probable que esta película les deje un regusto a "más de lo mismo", sin ofrecer una perspectiva innovadora que marque la diferencia en el género.