Crítica de “Medicina letal”, Matthew Broderick y el fármaco que mata

Noah Harpster es el creador de esta miniserie que denuncia los mecanismos utilizados por los laboratorios para vender medicamentos. Desde la presión y "seducción" ejercidas sobre los médicos, hasta la generación de una necesidad en la sociedad para consumir la droga. Un negocio que solo se diferencia del narcotráfico por la capacidad de los laboratorios para generar confianza en el fármaco y obtener su aprobación legal. Y para lograrlo, el marketing juega un papel fundamental.

Cada episodio comienza con un anclaje documental. Un familiar de un paciente fallecido habla ante la cámara acerca de su caso. Luego, ingresamos al terreno de la ficción, donde se dramatizan las situaciones. De esta manera, cada episodio cuenta la estructuración del negocio y la introducción del fármaco en la sociedad, con daños irreversibles en la salud de los pacientes.

Matthew Broderick lidera el elenco como Richard Sackler, uno de los responsables de la creación de la droga derivada de la heroína. La narración queda a cargo de la investigadora (Uzo Aduba) y una de las promotoras (Western Duchovny) encargada de instruir a los médicos a recetar el calmante.

Podemos ver a esta producción como un complemento a Dopesick (2021), la serie con Michael Keaton. Si Dopesick es un drama serio de denuncia, Mecina letal (Painkiller, 2023) funciona como la telenovela del caso, utilizando un lenguaje más popular y de fácil acceso, aunque esto implique banalizar algunas situaciones. 

Medicina letal es efectiva por su dinamismo narrativo que, con un ritmo enérgico, crítica y desenmascara el accionar delictivo de las compañías farmacéuticas. Peter Berg (Milla 22) dirige los capítulos con un tono y estilo ligero que evita la angustia del asunto para centrarse en detallar los aspectos del negocio y sus consecuencias sociales.