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Crítica de "Paradise", la película alemana que explora una de las "locas" propuestas del libertario Javier Milei
"Paradise" (2023), bajo la dirección del alemán Boris Kunz, nos sumerge en un mundo distópico que explora los clichés arraigados en el sistema y las consecuencias más extremas del capitalismo.
El planteamiento de Javier Milei sobre la legalización de la venta de órganos ha abierto un profundo debate ético y controversias en la sociedad actual. Sin embargo, en Paradise, nos enfrentamos a una visión que coincide con la propuesta del candidato libertario: la venta de años de vida. En este mundo desigual, es difícil no notar el sombrío patrón de que siempre son los más desfavorecidos y vulnerables quienes terminan vendiendo sus años de vida a los más adinerados y poderosos, perpetuando así una desigualdad preocupante.
La historia de Paradise se centra en Max, un empleado destacado de la corporación biotecnológica AEON, líder en el desarrollo de esta técnica. Sin embargo, la vida de Max da un vuelco inesperado cuando toman por la fuerza 38 años de la vida de su esposa, Elena, para ejecutar una deuda hipotecaria con un banco de 2,5 millones de euros.
A medida que la trama avanza, la confianza de Max en AEON comienza a desvanecerse al sospechar que hay negocios ocultos tras la tecnología de transferencia. Impulsado por el deseo de descubrir la verdad y devolverle los años quitados a Elena, Max se embarca en una investigación profunda, desentrañando secretos inquietantes y descubriendo que la CEO de AEON no solo es una implacable mujer de negocios, sino que también tiene planes siniestros.
A partir de ese momento, la trama se convierte en un thriller contrarreloj. Max se enfrenta a prácticas engañosas y a una verdad perturbadora mientras se sumerge en una intriga corporativa que no solo desafiará sus creencias, sino que también cuestionará los límites éticos de una tecnología tan asombrosa como maquiavélica.
La distopía presentada también nos incita a reflexionar sobre la dirección que toma la tecnología y su impacto en la humanidad. Los guionistas, Simon Amberger, Peter Kocyla y Boris Kunz, han tejido una trama que va más allá del mero entretenimiento, sumergiéndonos en un viaje de introspección profunda sobre la condición humana. El título mismo parece una paradoja, ya que la distopía desplegada dista mucho de ser un paraíso. Este contraste sugiere una crítica a la superficialidad de los sueños utópicos y destaca cómo la avaricia y el afán de poder socavan cualquier posibilidad de un auténtico paraíso social.
Paradise trasciende el género del thriller y la sci-fi para convertirse en una obra cinematográfica que nos invita a sumergirnos en la ética filosófica y enfrentar cuestiones fundamentales sobre la naturaleza humana, la desigualdad y los límites del sistema capitalista. A través de una hábil mezcla de elementos distópicos y horror corporativo, nos obliga a reflexionar sobre las consecuencias de nuestras acciones y decisiones individuales y colectivas en un mundo cada vez más polarizado.
