Crítica de “Extrañeza”, Toni Servillo y la inspiración de Luigi Pirandello

“Nosotros los autores tenemos la ambición de hacer plausible lo que no lo es” dice Pirandello (Servillo) en la película, una suerte de resumen de la historia que vemos. Realidad y fantasía se cruzan en este film en todo momento, con la curiosa gestación de su obra.

Pirandello viaja a su ciudad natal para asistir al fallecimiento de su nodriza y, por un tema burocrático, debe pasar allí mayor tiempo del planeado. En ese ínterin descubre que dos de los sepultureros, Onofrio y Sebastiano (el dúo cómico compuesto por Salvo Ficarra y Valentino Picone), preparan una obra amateur con más de un conflicto. En el rol de testigo, Pirandello asiste al armado de esa obra, una comedia del absurdo, que destila humor grotesco y problemas entre sus participantes. Ese caos en la representación teatral se complementa con los fantasmas que asisten a Pirandello a diario quien, en la cúspide de su reconocimiento y en medio de una crisis creativa, absorbe la experiencia como una musa inspiradora, la “extrañeza” del título.

Ganadora del David di Donatello al mejor guión, entre otros premios que entrega la academia del cine italiano, Extrañeza (La stranezza, 2022) se posiciona lejos del vuelo poético que podría haberle impreso a la historia un Fellini o incluso un Sorrentino. Andò es un director de oficio que se limita a contar el cuento, sin grandes riesgos ni pretensiones estilísticas. Lo que la historia misma propone aparece en pantalla: un escritor y dramaturgo atormentado por sus propios fantasmas “paso cinco horas dialogando con mis personajes” dirá y vemos, acto seguido, al autor intercambiar ideas con ellos. A su vez, los enredos cotidianos de los dramaturgos amateurs son retratados con un costumbrismo propio de la comedia italiana, aprovechando la participación de los famosos comediantes en el film, con un tono evidentemente burlón.

Sin embargo, Extrañeza imagina ese momento de inspiración fantástica en el autor galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1934, trazando un interesante recorrido que entrelaza y contrasta realidad y fantasía. La verdad y la representación se conjugan en el teatro, generando una fascinación y rechazo igualmente intensos entre el público. Los amores y odios desencadenados durante la creación de la obra amateur se reflejan con el mismo énfasis en el estreno de la obra de Pirandello. De esta manera, la vida cotidiana se eleva al escenario como un espejo que revela verdades desde la ficción, verdades que no siempre el espectador está dispuesto a aceptar.

Seis personajes en busca de autor (estrenada en 1921 y publicada en 1925) es la obra más famosa y extraña de Pirandello (valga el juego de palabras con el título del film de Andò), cuyos elementos constitutivos se traspasan con cierto encanto a esta fábula fantástica. Una historia que adquiere misticismo gracias a la sobria interpretación de Servillo (La gran belleza) como el gran maestro.