Crítica de “Luz mala” terror y ocupantes ilegales en un relato sobrenatural

Gervasio (Juan Lupi) llega al pueblo de su familia para ayudar a su padre Enrique (Gustavo Lupi) a desalojar a unos ocupantes ilegales de su propiedad del campo. Para ello se contrata a unos hombres guiados por Cano (Diego Alonso) que van a proceder con el desalojo. Sin embargo, se encuentran con que un elemento desconocido que comienza a atacarlos. Una mujer (Elvira Onetto), mayor y extraña, parece saber lo que está sucediendo. Los expulsados regresan a la casa dado que también están siendo atacados. Ambos grupos se unen para combatir a lo que está afuera del inmueble.

Es interesante que Luz mala (2022) comience desde cierto costumbrismo cotidiano, para que luego lo extraño vaya apareciendo. Desde la reacción de algún personaje hasta algún detalle, irán marcando lo que sucederá después. Así mismo la propiedad en el campo se convierte en un protagonista más del relato. El espacio tiene la importancia necesaria para mostrar que se trata de una película de terror. 

Es atractivo el detalle del personaje de Elvira Onetto, que se queda en la casa y sea la conocedora de la historia detrás de lo que está atacando a todos los demás. Su presencia es el giro que hace que el film se encamine hacia el terror y lo fantasmal. De igual manera el primer incidente con la luz y el fuego, que ataca a un personaje y muestra sus efectos, hace que desde ese momento todo cambie.

Finalmente, está el detalle del trabajo de la fotografía que, si bien funciona para el relato, se opta por ser de estilo natural. Otro estilo más elaborado y que se acerque al género hubiera aumentado la tensión del argumento. Sobre todo, por tener un trabajo enfocado entre la luz y la oscuridad. Sin embargo, Juan Schmidt logra concentrar el drama y el terror en un solo espacio, y que los personajes lleven en sí toda la emoción que el género también debe tener.