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Crítica de “Pinocho”, el intrascendente live action de Robert Zemeckis con Tom Hanks

Director y actor se juntan nuevamente para la versión con ‘personas reales’ del clásico animado que, paradójicamente, tiene un enorme componente de animación CGI.

viernes 09 de septiembre de 2022

El director y el protagonista de Forrest Gump (1994), Náufrago (Cast Away, 2000) y El expreso polar (The Polar Express, 2004), se juntan una vez más para llevar a la pantalla la historia del muñeco de madera al que le crece la nariz cuando miente. Como sucede con las otras versiones Live Action de Disney, la película es una copia a imagen y semejanza del clásico animado pero con tecnología actual.

Tom Hanks interpreta a Gepetto, el carpintero artesano que crea al “niño” de madera (voz de Benjamin Evan Ainsworth) que anhela ser un chico de verdad. La historia llena de metáforas sobre la condición humana que tuvo infinidad de versiones contemporáneas (como la italiana de Matteo Garrone con Roberto Benigni y la de Guillermo Del Toro para Netflix aún sin estrenar), se circunscribe aquí al film de Walt Disney de 1940.

Zemeckis no se detiene en las ideas profundas, apenas mencionadas en las canciones, y se sumerge en la aventura CGI (siglas en inglés de imágenes generadas por computadora) para recrear universos y hacer una vertiginosa historia de aventuras. La primera hora desarrolla personajes y conflictos para zambullirse en la segunda mitad en el histriónico viaje de aprendizaje luego de que Pinocho sea secuestrado para actuar como marioneta en un circo ambulante. En esa etapa Pinocho (Pinocchio, 2022) se convierte en una entretenida producción que abusa de los movimientos de una cámara reposada en extraños puntos de vista. La cámara apoyada sobre la nariz en pleno crecimiento es un ejemplo de lo mencionado.

Quizás lo más llamativo -o novedoso para el caso- de este film narrado por Pepe Grillo (voz de Joseph Gordon-Levitt) sea cierta oscuridad impregnada en la imagen, producto de la dirección de fotografía de Don Burguess, habitual colaborador de Zemeckis, que se licúa con los minutos por la estética colorida y familiar de la marca Disney.

La inmortal fábula del italiano Carlo Collodi publicada en 1883 se desdibuja entonces con esta producción plagada de desenfreno visual que, si bien se destaca por los idénticos dibujos de la versión anterior de Disney animados ahora en 3D, no aporta nada nuevo al clásico relato.

4.0
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