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Crítica de “New Indians, el camino del Grunge", Sebastián De Caro tras la música de Oberto

Tras su alejamiento del básquet, curiosamente, Fabián Oberto ha sido objeto de sendas producciones cinematográficas que, en un punto, están unidas por un vector que tiene en la música la posibilidad de conocer aún más a este hombre que supo reinventarse y que no para de generar proyectos.

Crítica de “New Indians, el camino del Grunge", Sebastián De Caro tras la música de Oberto
sábado 27 de marzo de 2021

Si en Reset, volver a empezar (2020) el director Alejandro Hartmann presentaba el recorrido del ex basquetbolista hacia una nueva vida, donde la música y los amigos eran la clave para avanzar, en New Indians, el camino del grunge (2021), Sebastián De Caro y Fernando Guida, construyen un apasionante relato sobre el éxito y la pasión a partir de la propia experiencia de Guida, como miembro de la banda New Indians, junto a Oberto, Fede Galán y Jota Suaréz.

El relato es simple, pero posee un trabajo de edición y post producción muy logrado, queparte de la idea de esta banda de atravesar en una motor home los Estados Unidos, tocando en lugares donde nadie sabe quiénes son, hasta llegar a la cuna del grunge, principal influencia del conjunto, para así cerrar un círculo.

En el arranque una profunda reflexión sobre mandatos posiciona al espectador en un apasionante relato que deviene en crónica de viaje, road movie, sobre los días de New Indians en suelo americano. “A mi hermano lo mandaron a aprender a tocar el piano, y yo aprendí dos temas, escuchándolo antes que el abandonara”, dice en off, y en esas palabras está la base de la relación de Oberto con la música, quien, a pesar de haber desarrollado una exitosísima carrera en el mundo del deporte, nunca dejó de lado sus sueños y expectativas musicales.

“Cuando llegué a Atlanta los fines de semana cenábamos con los músicos que hacían shows allí”, dice, siempre la música estuvo en su vida, y luego agrega “me regalaron un walkman, y tenía dos casettes, los éxitos de oro de The Beatles y uno de Trulalá”, aspiración e identidad conjugados en las eclécticas influencias que recibió, hasta, entrada ya su adolescencia, donde comenzó a escuchar por motus propio a bandas y cantantes  que lo marcaron a fuego. “Tuve una época muy de U2”, pero luego el grunge, motor de New Indians, llegó para nunca más salir de su vida.

La cámara de Guida reposa en la intimidad del viaje, en sus alegrías, confrontaciones y en el eterno compartir que implica una travesía de estas características, y el cuidado trabajo de edición, que estructura la propuesta en una clásica narración sobre búsqueda de sueños, se potencia cuando en apariencia la progresión no posee obstáculo alguno, hasta que, claro está, aparecen los conflictos.

“¿Para qué vinimos? ¿Para tocar? ¿Para comprar?”, dispara uno de los miembros del grupo en la mitad del metraje, y el debate sobre cómo continuar con aquello que imaginaron, sin traicionar al grupo, evidencia el gran esfuerzo que todos hacen para lograr lo que tanto tiempo deseaban.

El testimonio de Oberto, la cámara en la intimidad de la banda, y el musicalizar el relato, inteligentemente, con las canciones de New Indians, terminan por dar un cierre perfecto a una propuesta nostálgica y potente sobre la concreción de sueños, a cualquier edad, y en tierras extrañas.

8.0
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