En pos de la emancipación

Fassbinder

A pesar de contar con una perspectiva analítica un tanto limitada y de poco vuelo, Fassbinder (2015) es un documental digno que puede leerse como un homenaje a la complejidad de un artista misterioso y a veces inaprehensible, todo un diletante de la furia creativa.

Fassbinder
martes 13 de septiembre de 2016
Prácticamente no existe una figura más revolucionaria que Rainer Werner Fassbinder en el campo de la cultura alemana de la segunda mitad del siglo XX, un cineasta que no sólo fue cabeza de la renovación del séptimo arte en la década del 70 (junto a colegas como Werner Herzog, Wim Wenders y Volker Schlöndorff), sino que además construyó una obra que abarca más de 40 títulos en apenas 16 años de carrera (entre cortos, largometrajes y trabajos para televisión). Si analizamos su producción en términos cualitativos, sin duda más de la mitad del acervo general rankea en punta entre lo mejor del nihilismo áspero de la época, ese que denunciaba las grietas de la identidad y los aspectos más paradójicos, opresivos e hipócritas del Estado de Bienestar y de la economía social de mercado implementada luego de la finalización de la Segunda Guerra Mundial. Dentro de una concepción antinaturalista y de barricada, deudora de los melodramas de Douglas Sirk, el realizador achicaba la distancia entre la economía y la intimidad, la política y la alcoba, la moral y la sexualidad.Resulta imposible pasar por alto films de la talla de Las amargas lágrimas de Petra von Kant (Die Bitteren Tränen der Petra von Kant, 1972), La angustia corroe el alma (Angst Essen Seele Auf, 1974), Desesperación (Despair, 1978), Un año con trece lunas (In Einem Jahr mit 13 Monden, 1978), El matrimonio de María Braun (Die Ehe der Maria Braun, 1979), La tercera generación (Die Dritte Generation, 1979), Lili Marleen (1981), Lola, una mujer alemana (Lola, 1981), y Veronika Voss (Die Sehnsucht der Veronika Voss, 1982). Como correlato de tantas películas cargadas de un inconformismo en verdad apabullante, el documental que hoy nos ocupa, Fassbinder, adquiere la forma de una introducción -bienintencionada pero algo esquemática- a una trayectoria que daba para mucho más: lo que podría haber sido una reflexión totalizadora acerca del período que vio nacer al susodicho, su idiosincrasia de trabajo y la influencia en el desarrollo posterior del medio cinematográfico, casi siempre se limita al anecdotario de sus muchos colaboradores.Hasta cierto punto se podría afirmar que la propuesta deja de lado el análisis social crítico, más abarcador, ya que pretende focalizarse en una reconstrucción de las idas y vueltas afectivas/ laborales del círculo de allegados al director, cercano a una comunidad artística con todas las letras, mediante entrevistas a sus “actores fetiche” y a su equipo técnico habitual. En este sentido los testimonios son muy reveladores porque ponen en primer plano los mecanismos de financiación de Fassbinder (en esencia la televisión, la evasión impositiva y la asignación de múltiples tareas a cada uno de sus correligionarios, los que aceitaban el engranaje colectivo) y asimismo permiten sopesar las contradicciones y el carácter de un autor febril, que siempre bordeaba el éxtasis (por suerte aquí no se acentúa tanto la mitología alrededor de sus adicciones y se privilegia mucho más el tratar de desentrañar cuáles eran sus motivaciones en materia del entramado vincular con los otros, un punto de vista en el que la privacidad se mezcla con lo público y el proceso creativo).Annekatrin Hendel, la máxima responsable detrás de cámaras, adopta conscientemente un approach relajado y sucinto que no debe ser confundido con su homólogo del documental reflexivo; debido a que a que la continua presencia de monitores, el tono coloquial de las entrevistas y la utilización de animaciones descriptivas son todos rasgos que están más en sintonía con los arquetipos de la participación y la estructura televisivas. Incluso así, Fassbinder es un racconto interesante porque incluye una generosa cantidad de escenas de backstage y de tomas inéditas de algunos de los films emblemáticos del germano, un tesoro que de seguro viene de la mano del “aval oficial” que da la presencia de Hanna Schygulla, Margit Carstensen y Irm Hermann, todas actrices que han encarnado a las protagonistas de un catálogo sublime, tan revulsivo como tortuoso y melancólico (Schlöndorff, por su parte, también aparece mucho a lo largo del metraje). Ya sea como ícono del marxismo a la Pier Paolo Pasolini, del cine queer más sutil, de la independencia cinematográfica o simplemente de los artistas talentosos condenados a la inmolación, Fassbinder siempre será un punto de referencia para las generaciones futuras del ámbito artístico global porque su intelecto ayudó a tallar la noción que hoy tenemos de la emancipación y la contracultura…
6.0
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