La fiesta del fin del mundo

Disco limbo

En el arranque de la inasible Disco limbo (2016), ópera prima de Fredo Landaveri y Mariano Toledo, su protagonista, David (Guido Botto Fiora) dice “quiero ir a una fiesta, me quiero enamorar”.  En esa sentencia está el nudo de una película, en donde la música es el vector, y que se plantea como una búsqueda iniciática en la que la pérdida de un amor y de un estado ideal anterior, será la obsesión de un joven que quiere encontrar en el otro la posibilidad de completarse.

Disco limbo
viernes 15 de abril de 2016
El binomio de directores lo acompaña con una multiplicidad de estilos narrativos, incorporaciones metalingüísticas y la capacidad de absorber y transformar en imágenes aquello que se consume en otras pantallas, como la de Internet, y que terminan configurando el espacio y el contexto para esta historia de amor.David supo estar con Lucio, un fugaz encuentro e histeriqueo en un boliche, y hoy vuelve a estos lugares para que quizás la suerte, y por qué no, el destino, también lo puedan acercar a un lugar en el que siempre quiso estar. David recorre la noche, busca en las bibliotecas, camina por las calles, intenta aceptar la propuesta de participar de la fiesta del fin del mundo para encontrar a su amor, pero se pierde en los laberintos que él mismo se pone y trastabilla con sus propios pasos. Choca con sus ideales, y trata de reconstruir, casi de manera monotemática ese primer encuentro con Lucio, el que rápidamente se transformó en su ideal de estado y razón de ser. Chatea con una amiga italiana y los directores suman esa información a la pantalla, hashtags, tutoriales para resolver situaciones, íconos, todo es una posibilidad de continuar en la búsqueda de alguien que, en el fondo, ni siquiera sabemos si es real. Y en esa búsqueda, que además tiene como objetivo el poder encontrar el espacio de una fiesta mística en la Cordillera de los Andes, lugar ideal y anhelado para terminar por desinhibirse y soltarse, David se replantea su relación con los otros y consigo mismo.Los flashbacks de su infancia, los juegos de su niñez, el recuerdo de temas musicales de un momento en el que él también fue feliz, además, afianzan su presente de búsqueda continua, de errabundeo circular hacia ningún lugar.La dinámica del film, disruptiva, genera el espacio necesario para que la propuesta no termine por caer en lugares comunes, como la decisión que Lucío sea uno y sea varios, y que el espectador este todo el tiempo viendo si finalmente David encontró a su amor o no. Y justamente en ese juego, de sombras y velamientos, es en donde Disco limbo potencia su idea.
7.0
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