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Crítica de "El francesito. Un documental (im)posible sobre Enrique Pichón-Riviere", todos al diván

Enrique Pichon-Rivière fue el hombre que revolucionó la psicología argentina (y mundial). Psiquiatra y psicoanalista, para muchos tuvo casi el mismo peso que Sigmund Freud.

Crítica de "El francesito. Un documental (im)posible sobre Enrique Pichón-Riviere", todos al diván
jueves 14 de abril de 2016

En El francesito. Un documental (im)posible sobre Enrique Pichón-Riviere (2016), Miguel Kohan (Café de los Maestros, 2008) se adentra en la difícil tarea de juntar información para, como un detective-terapeuta, reconstruir su figura y analizar un fenómeno con tantos adeptos como detractores. 

¿Quién fue Enrique Pichon-Rivière? Es una pregunta que casi todos sabrán responder. Pero, ¿quién fue en realidad este hombre venido de Francia, radicado en el Chaco, que revolucionó el psicoanálisis? La respuesta muy pocos la conocen. Y es por esa minoría, de quienes estuvieron cerca de él, que Kohan transita para encontrar la información que necesita para armar el retrato humano del hombre que sembró la semilla del psicoanálisis en el país con más psicoanalistas del mundo.

Kohan toma la posta, se mete adentro de la película en cuerpo y voz, para entrevistar a quienes lo conocieron o tuvieron alguna relación con Pichon-Rivière. Unos audios perdidos con su voz, sin los cuales el documental podría quedar trunco, son el desencadenante para que el realizador construya una película con tintes detectivescos, donde buscará pistas que lo lleven a poder armar el retrato del personaje objeto de estudio. Retrato que busca sacarlo del bronce y mostrarlo como un ser humano más.

El psicoanálisis no sólo será parte de lo que se cuenta sino que también el eje de la puesta en escena, ya que Kohan recurre a un formato de entrevista de la misma forma que un terapeuta indaga en su paciente, sin por eso caer en el recurso del documental "psicológico".

En tiempos donde muchas veces los documentales biográficos salen airosos en su investigación pero fracasan en la puesta en escena al no encontrar una estructura original y desacartonada, que Kohan haya podido combinar ambos elementos con ingenio y creatividad es todo un logro que debe destacarse.

7.0
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