Crítica de "Deberás amar", el cine sensorial de Terrence Malick

Con esta manera de filmar, fragmentada, de iluminación contrastada, expresiva, Malick logra elevar aquello que se cuenta a una categoría ulterior. En El árbol de la vida eran los dilemas de la existencia que partían del drama familiar protagonizado por Brad Pitt, en Deberás amar (To the wonder, 2012) serán los conflictos matrimoniales.

Neil (interpretado por Ben Affleck) es un norteamericano que se enamora apasionadamente de Marina (Olga Kurylenko) en francia. Un buen día decide llevarla a vivir con él a una zona rural de los Estados Unidos. Ella no se encuentra a sí misma y culpa de su sufrimiento a su marido. La pareja entra en crisis y Neil conoce a otra mujer.

Si bien no hay nada excepcional ni original en la trama, la película se destaca por la manera de narrarse, dándole dimensiones épicas a la crisis matrimonial/existencial. Como decíamos antes, Malick retoma los recursos utilizados en El árbol de la vida (y en ciertos momentos de La delgada línea roja) pero con Deberás amar se excede siendo la más floja de sus películas al respecto. No hay nada en la trama que sugiera algo más profundo que lo que sucede (la simple pelea conyugal) en pantalla. A partir de ahí, todo suena a exageración adrede para sobredimensionar aquello que apenas tiene una dimension.

Las actuaciones de Ben Affleck y Olga Kurylenko no ayudan, siempre fueron actores de un solo perfil –por cierto bien desarrollado- pero cuando se trata de trasmitir ambigüedad se notan sus límites. Distinto es el caso de Rachel McAdams, siempre dispuesta a bucear en su interior para extraer distintas facetas en sus personajes.

Dicho esto, Deberás amar es un nuevo intento del director por trascender las fronteras de la imagen e intrometerse dentro del cuerpo humano, en ese misterioso lugar ocupado por el alma que aún hoy es difícil de representar.