Busco mi destino

La vida de alguien

La nueva película de Ezequiel Acuña, director de Nadar solo (2003) y Excursiones (2009), vuelve al universo nostálgico de los adultos jóvenes; la añoranza por el pasado y la amistad masculina en otro relato en donde la música cumple un rol protagónico.

La vida de alguien
sábado 29 de noviembre de 2014
La vida de alguien (2014) es algo así como una suma de los temas sobre los que se ha interesado Ezequiel Acuña. Se podría decir que su cine “amplía” más de lo que “agrega”; una serie de variaciones del guion en torno a jóvenes amigos que vuelven una y otra vez (consciente o inconscientemente) al mundo de la adolescencia. Que su nuevo opus esté rodado en 35 mm en plena era digital, no hace más que confirmar este aspecto. La película comienza con un racconto de imágenes que, trabajo sonoro mediante, nos parecen arrancadas de un sueño y que –sabremos más adelante- son una serie de momentos-clave en el devenir del relato. Trasladado al presente, el film continúa con el reencuentro entre tres amigos, quienes conformaron una banda de rock una década atrás. En la disolución momentánea de aquella agrupación mucho tuvo que ver una desaparición extraña y muy dolorosa. En ese hiato también pasaron algunas cosas más (la vida misma, bah), pero no las suficientes como para abandonar el proyecto juvenil. Con nuevo integrante, los jóvenes intentarán hacer posible aquello que en determinado momento no lo fue. La vida de alguien se concentra en Guille (Santiago Pedrero), personaje que representa las incertidumbres y el sentimiento de lealtad que se gestan en un grupo de amigos que se conocen hace muchos años. Acuña (también guionista) agrega un personaje femenino que compone la bella Ailín Salas, oportunidad para introducir el componente amoroso y una pieza clave para señalar algunas miserias de la industria musical. Rol fundamental cumple la música de la banda uruguaya La foca, con canciones que parecen arrancadas del universo de la película; ninguna inclusión parece ociosa. El director de fotografía Fernando Lockett vuelve a entregar un trabajo de composición bellísimo, con una textura que le sienta de maravillas a este universo aletargado y a la vez juvenil.
8.0
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