Crítica de “El Kaiser de la Atlántida”, la increíble historia de una ópera en tiempos de guerra

Ganador de 15 premios internacionales, el film dirigido por Sebastián Alfie sigue los pasos del régisseur argentino Gustavo Tambascio, quien busca hacer una fastuosa puesta de la ópera El kaiser de la Atlántida (Der Kaiser von Atlantis) compuesta por Viktor Ullman y el poeta Peter Kien en 1943 en plena Segunda Guerra Mundial. 

La ópera es una parodia al nazismo escrita en el campo de concentración en donde Ullman vivió hasta sus últimos días. Un condenado a muerte apelando al arte como medio de liberación del alma. De esta forma el documental expresa la necesidad humana de la creación artística ante la fatalidad y el horror.

Su creador, Viktor Ullman, fue un músico polaco trasladado a un ghetto primero y a un campo de exterminio luego por los nazis. El manuscrito de la ópera tras su muerte llega a las manos de Kerry Woodward, quien asume llevar a cabo la representación de la ópera como un legado divino. El hombre muestra también las cintas de los encuentros con Rosemary Brown, una médium británica que lo ayudó a completar los fragmentos perdidos de la ópera, contactando al fallecido Ullmann en sesiones de espiritismo. 

El documental utiliza animaciones, archivos inéditos y testimonios para contar esta increíble historia, mientras vemos los ensayos en Madrid. Surgen las reflexiones sobre la capacidad del arte para enfrentar a la locura y para hacer un grito de resistencia frente al horror indescriptible del Holocausto.

Con precisión formal y el foco siempre puesto en los extraordinarios vaivenes de la historia, El kaiser de la Atlántida (2023) es un documental contundente, capaz de abordar todas las aristas de una historia y, a la vez, dialogar sobre los alcances del arte en la humanidad. Del mismo modo que la ópera, funciona también como advertencia ante los actos irracionales que los seres humanos son capaces de cometer, tanto en 1943 como en la actualidad.