Crítica de “La última estafa”, comedia negra con Robert De Niro, Tommy Lee Jones y Morgan Freeman

El cine riéndose del mundo del cine no es una idea original pero ha dado grandes películas a lo largo de la historia. La última estafa (The Comeback Trail, 2020) no es una de ellas, porque si bien la idea es buena y hasta divertida, su tono histriónico e irónico le gana al humor negro que tendría que ser su caballito de batalla de principio a fin.

La película de George Gallo pareciera no animarse a ir hasta el límite de un humor negro corrosivo para realmente trascender expectativas y elige, por incapacidad o por temor, quedarse con un humor burlón que no ofende realmente a nadie. 

Sin embargo es la actuación de Robert De Niro, Tommy Lee Jones y Morgan Freeman, tres pesos pesados de la pantalla ganadores del Oscar, el comodín del film que lo termina llevando a buen puerto, incluso con sus incongruencias de tono y registro.

Robert De Niro es el protagonista absoluto de esta historia al interpretar a Max Barber, un productor de poca monta, chanta y estafador, que está endeudado con la mafia por su última película Las monjas asesinas. Un joven productor sin talento intenta comprarle el guion de Paraíso, su obra cumbre que Max se niega a venderle. Acorralado por las circunstancias tiene una idea: filmar un western con Duke Montana (Tommy Lee Jones), el olvidado vaquero que supo brillar en pantalla, y matarlo en el primer día de rodaje para cobrar el aseguro y así saldar sus deudas.

La película se convierte en el Coyote y el Correcaminos, con Max tendiendo trampas en pleno rodaje a Duke, quien las supera una tras otra siendo el héroe que supo ser. La ironía se la pueden imaginar, el productor inescrupuloso hace una gran película sin proponérselo con La pistola más vieja del oeste.

Los chistes sobre el “negocio” del cine están a la orden del día, con personajes que tiran citas a mansalva de “los clásicos” de la historia del cine contrarrestados con la realidad económica de sus producciones. El sello Miracle Motion Picture “si hacemos una buena película es un milagro” llegan a decir en un diálogo. La injerencia de la mafia con Reggie (Moragan Freeman) para financiar producciones, el joven productor sin talento buscando éxito rápido y seguro, y el veterano Max endulzando los oídos de todo el mundo con propuestas disparatadas, pintan el abanico cínico detrás de las cámaras.

Luego de los títulos de crédito aparece lo mejor de la propuesta: el trailer de Las mojas asesinas que, al estilo Machete (2010), desparrama sangre y cine bizarro con orgullo. La pasión y la magia del cine se trasmiten en un film con aciertos parciales.