Semana de Cine Italiano
Crítica de "La Quimera": Alice Rohrwacher y otra fantástica fábula atemporal
Filmada con una variedad de formatos y estilos visuales, desde 35 mm hasta 16 mm, la directora de "Las Maravillas" y "Lazzaro Felice" nos sumerge en una experiencia cinematográfica única.
La Quimera (La Chimera, 2023) es otra fascinante muestra del talento de Alice Rohrwacher. En esta ocasión, nos transporta a un pueblo de la Toscana a principios de los años 80, donde el protagonista Arthur (Josh O'Connor) regresa después de salir de prisión gracias a una fianza pagada por un misterioso individuo llamado Espartaco.
Arthur se reencuentra con su gente, pero también con una banda de ladrones de tesoros etruscos que lo buscan por su extraordinario poder para detectar piezas de valor antes de desenterrar el cadáver. A través de esta trama, Rohrwacher aborda los anhelos y las condenas de personajes mundanos, quienes luchan por insertarse en el sistema capitalista y sobreviven como nómadas, aferrándose al pasado en el presente.
La Quimera nos sumerge en un universo donde lo real y lo onírico se entrelazan, explorando temas de amor, codicia, tradición y espiritualidad. Con una narrativa que salta entre diferentes dimensiones temporales, Rohrwacher teje una trama llena de matices y aristas. Nos presenta una fábula contemporánea, humana y tragicómica, tal como nos tiene acostumbrados desde Lazzaro Felice (2018).
El elenco, encabezado por O'Connor y complementado por la magnética presencia de Isabella Rossellini como Flora, captura a la perfección la esencia de estos personajes inmersos en un mundo enigmático. Además, la inclusión de Carol Duarte como Italia, la empleada doméstica y madre de dos niños, añade complejidad a la historia con su relación amorosa con Arthur.
Rohrwacher transporta al espectador a un universo fantástico donde la humanidad de los personajes y sus vínculos priman. A través de deseos, sueños y hábitos extravagantes, la directora convierte la actitud de outsider en toda una declaración de principios. Su cine se aleja de las convenciones narrativas y se sumerge, al igual que su protagonista, en las huellas del pasado para construir algo nuevo, potente y surreal, pero siempre desde la empatía y la inteligencia narrativa.
