Crítica de "Reyes de la Calle", con un Keanu Reeves violento y engañado

Pareciera ser que en Hollywood están de moda los engaños, las estafas, las dobles identidades. El estreno de Los infiltrados (The Departed, 2006) y su consagración como mejor película en 2006, hizo que esta fórmula diera sus frutos y la industria del cine utilice estas tramas de sostén de dos películas. Una de ellas es Los dueños de la noche (We Own The Night, 2007) con Joaquin Phoenix, y la otra, protagonizada por Keanu Reeves, la que nos acontece en esta nota Reyes de la Calle (Street Kings, 2008).

Tom (Keanu Reeves) es alcohólico y depresivo por tener un pasado marcado por la muerte de su mujer. En esto es parecido al interpretado por Bruce Willis en Duro de matar (Die Hard, 1988). Por otra parte es violento y no tiene problema en matar a sangre fría si la situación lo requiere. De aquí el parentesco con el policía interpretado por Clint Eastwood en Harry, el sucio (Dirty Harry, 1971). Como imaginarán nada tiene que ver estas características con los papeles que habitualmente desarrolla Keanu Reeves en la pantalla, pero hay que decirlo, lo hace bien. Tal vez estemos ante un vuelco en su carrera, el tiempo dirá.

Pero observemos los otros personajes: Forest Whitaker es el capitán y protector de Tom y, como todo lo que hace desde Bird (1988), cuando interpretó al músico Charlie Parker, lo destaca del resto del elenco sin esmerarse demasiado. Pero quizás el personaje más atractivo sea el capitán James Biggs, interpretado por Hugh Laurie, el protagonista de la serie Doctor House que, curiosamente, aparece en un hospital. El Capitán James Biggs es de asuntos internos, “la policía de la policía” como dicen en el film.

La trama consta del asesinato de un ex compañero de Tom que estaba por denunciarlo por negocios turbulentos que hicieron juntos en el pasado, por lo que, todos los caminos parecen culparlo a él. Pero no se dejará atrapar y tratará de descubrir al asesino por sus propios medios, camino que lo guiará a la misma policía. Inclusive en un momento nombran al mismísimo Sérpico (1973)!. Con esta galería de personajes intuiremos que cualquier personaje puede ser el asesino o mostrar su verdadera cara en cualquier momento. Aunque para ello tengan que morir varios (si el protagonista es violento imaginen el resto).

La historia tiene varias vueltas de tuerca y eso mantiene la tensión hasta el final. Eso sí, no deja de ser un policial más, con la violencia como única solución a los conflictos.