Crítica de "Miénteme", Florencia Peña y Benjamín Vicuña en un fracaso anunciado

Miénteme supone el debut en la comedia de Sebastián Schindel, un realizador que ya probó suerte tanto con la ficción como con el documental, así como con el drama familiar y el thriller social. Ahora apuesta por la comedia ligera y superficial en esta coproducción chilena-argentina con más errores que aciertos.

La historia presenta a cuatro personajes. Bárbara (Florencia Peña) que cae de sorpresa a su casa luego de un viaje y encuentra a su marido, su jefe y dos empleadas de la empresa donde trabaja en una fiesta sexual. Victima de una crisis se refugia en casa de su amiga Eva (Leonor Varela) en crisis matrimonial con Matías (Lucas Akoskin) quienes le presentan a Julián (Benjamín Vicuña), compañero de tenis de Matías. Bárbara y Julián pegan onda casi al instante y a los pocos días se mudan juntos a la casa de ella. El conflicto surge cuando “los celestinos” descubren que Julián muestra una imagen que nada tiene que ver con la realidad. Sacarle la careta y lograr que Bárbara, que nunca tuvo suerte con los hombres, se entere de quien es realmente, supone el objetivo final. Pero, el destino siempre depara nuevas sorpresas.

Schindel construye una de esas típicas comedias ligeras, de enredos, más cercanas a la sitcom televisiva que al formato cinematográfico en si mismo. ¿El problema? Un casting que nunca entiende el código o un director que nunca supo que era lo que quería. Mientras que Florencia Peña, experta en el género, actúa en un registro cercano al absurdo, el resto del elenco está en un tono realista. Se muestran forzados, incomodos en sus personajes, sobreactuados y para colmo de males utilizando un acento no propio que por momentos los hace quedar ridículos. El guion anodino y chato tampoco ayuda demasiado a darle el ritmo que el género necesita.

Con una estructura narrativa clásica y previsible, algo que el formato pide, y cercana a un género asociado a películas como Sin filtros (y su docena de remakes), Miénteme, que se construye en base a una serie de malentendidos y siempre con un tono picaresco, buscando la risa fácil y la complicidad del espectador, se pincha después de los títulos de inicio. Por momentos intenta reflotar del naufragio anunciado, pero los giros de timón que emplea no logran cambiar el rumbo y evitar que se hunda en un mar de decisiones desacertadas y movimientos en falso.