2022-07-19

Gaumont

Crítica de "Bernarda es la patria", documental de Diego Schipani con Willy Lemos

Uno de los hilos narrativos de Bernarda es la patria es el registro de la puesta en escena de la obra de teatro La casa de Bernarda Alba a cargo de un grupo de artistas surgidos en el under de principios de los años 80, mientras por otro rememoran tras bambalinas los inicios del movimiento transformista en los albores de la democracia, la movida gay de la época, la persecución policial, la llegada del SIDA, y la discriminación sufrida por cierto sector de la sociedad.

Pero Bernarda es la patria no se queda solo en el tratamiento de esos dos ejes narrativos sino que avanza más allá de las limitaciones para poner en conflicto la realización de la propia película a través de los cambios de producción y guion que surgen durante el rodaje. Queda claro que la idea inicial era otra y que a medida que el proyecto avanzó la propuesta fue creciendo y abriéndose hacia otros lugares, algunos colectivos y otros personales como los momentos en donde Willy Lemos, el corazón de la película, narra con total franqueza y sin especular situaciones de abuso durante su niñez.

Schipani logra una obra atípica, un híbrido que como en una mamushka no paran de desprenderse vivencias complejas, profundas y dolorosas pero narradas sin ningún tipo de prejuicio ni apelando al golpe bajo o a la morbosidad, sino con total naturalidad y hasta podría decirse con el humor ácido característico del movimiento under de antaño.

Bernarda es la patria se constituye en un ejercicio cinematográfico rupturista que entabla paralelismos entre la obra de Federico Lorca y sus personajes con la movida contraultural y vanguardista de los años 80, deconstruyendo el pasado para construir el futuro.

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