2020-03-31

La revelación del año

Ignacio Quesada: “La actuación me dio un lugar en el que pude volcar todo lo que no volcaba en mi vida cotidiana”

UNA EXPERIENCIA INICIÁTICA

Si bien el famoso dicho afirma “la tercera es la vencida”, en el caso de Ignacio se trató de la segunda vez. Todo comenzó cuando su profesora de teatro Valentina Fernández de Rosa comentó a sus alumnos que estaban buscando jóvenes de determinada edad para un casting. Quesada asistió junto a sus amigos y si bien no fue elegido en esa oportunidad, tiempo después, fue convocado por el mismo lugar para la audición de Puerta 7. "Al principio yo no sabía de qué iba a ser el proyecto en sí, ni que era un papel tan protagónico”, indicó. Luego del primer encuentro, Ignacio participó de dos callbacks, en los que realizó escenas que luego, con las correspondientes modificaciones, se hicieron en el rodaje de la serie. Las diferentes instancias de selección se llevaron a cabo hasta diciembre de 2018, sin embargo, en enero de 2019, mientras el actor estaba de vacaciones, recibió un importante llamado: al retornar de su viaje debía encontrarse con el director Israel Adrián Caetano, ya que el papel de Mario estaba entre él y otro colega. “Tuvimos el encuentro en un barcito y charlamos un rato. A los días me llamaron y me dijeron que había quedado, fue una locura… ¡No lo podía creer! Después me dieron el guion y pude leer la serie. Fue muy emocionante para mí y para mi familia. Ya que me hayan llamado para una reunión con el director era un montón”, recordó con alegría.

Puerta 7 (2020), escrita por Martin Zimmerman, Patricio Vega y Gonzalo Salaya, cuenta con ocho episodios en los que Diana (Dolores Fonzi), fiel a sus principios, trabaja para librar al fútbol de la violencia y la corrupción que rodea a las barras bravas argentinas. En el transcurso, se cruza con personajes como el presidente del club Ferroviarios (Antonio Grimau), el tesorero de la entidad deportiva (Juan Gil Navarro) y los barras "Lomito" (Carlos Belloso) y Fabián (Esteban Lamothe). Respecto a sus saberes previos sobre el mundo en el que se sumerge la serie, Ignacio expresó: “Más allá de lo que uno se puede llegar a enterar por las noticias, mucho conocimiento no tenía la verdad. No soy de ir mucho a la cancha, así que no lo tengo vivido”. Por lo tanto, su principal fuente de información fue el guion. En cuanto a su vínculo con el fútbol, el actor contó: “Me encanta jugar a la pelota desde muy chiquito y estuve en varios clubes. Cuando puedo juego con amigos”. En su rol como espectador, aclaró: “Veía más de chico, ahora, sigo a la Selección Argentina y no mucho más”.

A AMBOS LADOS DE LA LEY

En Puerta 7, Ignacio da vida a Mario, un joven humilde que vive con su padre y debido a la imposibilidad de su progenitor para continuar con su trabajo y la necesidad de llevar el pan a la mesa acepta una enigmática oferta laboral. El muchacho se involucra en la barra brava del club Ferroviarios y sigue las indicaciones de los líderes que, con el correr del tiempo, se tornan más peligrosas tanto para él como para sus seres queridos. “El personaje me gustó mucho desde el principio por la relación que tiene con el viejo, teñida de muchas cosas: el abandono de una madre, el padre en una depresión, el pibe que le mete garra laburando para llevar la comida a la casa”, describió. Asimismo, relató: “Para leer suelo tardar porque me tomo mi tiempo, pero el guion me encantó, lo leí rapidísimo y me atrapó mucho, había bastantes idas y vueltas”.

Quesada comenzó la preparación de Mario en su casa, junto a su madre: la actriz Nelida Prieto. “Íbamos haciendo escenas y encontrando el color del personaje. Poníamos el foco en la mirada y pensábamos que era un lindo lugar de concentración de lo que transmite, ya que muchos diálogos no tiene, sino que es más lo que comunica con su presencia. Yo dentro de todo tengo una energía tranquila, lo cual es un punto en común con Mario”, asemejó. Una de las grandes experiencias que vivió el actor en el proyecto fue ser dirigido por Caetano, que es uno de los referentes de la industria audiovisual argentina. Entre los principales aprendizajes que adquirió se encuentran las posturas corporales y la naturalidad para transmitir las diferentes situaciones.

Cada proyecto implica nuevos desafíos y uno de los retos más importantes para Ignacio fue la adaptación al rodaje no cronológico del relato, es decir, en una jornada de filmación le podía tocar hacer tanto una escena correspondiente al inicio de la serie, como otra que luego se ubicaría entre los últimos episodios de la ficción. “Justo Mario es como dos personajes distintos entre el primer y el último capítulo, por lo tanto, fue mucho trabajo con el guion. Me tenía que mentalizar en que al pibe ya le pasó lo que pasó en los capítulos anteriores, entonces, yo iba mucho para atrás y hacía un listado de las cosas que le venían ocurriendo, para tenerlo acumulado en la cabeza”, precisó. En torno a aquello que Quesada le brindó a su personaje, señaló: “El tema de la energía. Lo siento como un pibe muy tranquilo en cuanto a lo exterior, porque por dentro le pasan millones de cosas y hay cierta tensión escondida en algún lado. El director también me remarcó mucho eso”. A su vez, el actor considera que Mario también le otorgó ciertas enseñanzas: “Me dejó de todo. Es un aprendizaje en sí, el tema del laburo y de la realidad que refleja a un montón de pibes que tienen que mantener una casa. Te choca un poco porque capaz lo sabés pero no lo tenés tan presente y yo lo tuve muy cercano componiendo el personaje”.

A la hora de elegir la escena más compleja de realizar, seleccionó la de la pelea entre Mario y Rafa. “A nivel técnico era todo un tema la coreografía. Estar con toda la calentura presente en vos y no olvidarte de hacer tal y tal movimiento, ya que había que ser muy cuidadoso para no lastimar a la otra persona ni a vos mismo, y además tenía que salir bien”. Mientras que la secuencia que más satisfacción le dio ver resuelta en la pantalla fue la del diálogo entre el joven y su padre en el bar del club: “Me gustó la profundidad a la que se llegó en la situación, por lo triste de la circunstancia”.

TENSIÓN DE CLASES

Durante el último tramo de rodaje de Puerta 7, un nuevo casting llegó a la vida de Ignacio. En esta ocasión era para una película, que representaría su primera vez en el séptimo arte. Luego de pasar los callbacks correspondientes, recibió la noticia de que había sido elegido para formar parte del film La barbarie (2020), dirigido por Andrew Sala. La filmación se desarrolló durante varias semanas del último bimestre del 2019, en Junín. En el largometraje, el actor interpreta a Nacho, un joven oriundo de Capital Federal con una buena posición económica que, a raíz de ciertos problemas en su casa, se traslada a la estancia de su padre. La convivencia y la relación entre el muchacho y su progenitor tienen sus complicaciones. Además, en el campo se mueren ciertos animales pero se desconocen los motivos. Por lo tanto, Nacho adquiere cierto rol detectivesco para determinar qué ocurre en el lugar. “Es un personaje bastante contenido que después explota. Aparece en todas las escenas de la película, entonces, estaba todos los días con el equipo yendo a grabar, por lo que fue intenso. La experiencia fue hermosa, con un grupo muy lindo que me hizo sentir muy cómodo. Tanto el personaje como la historia me gustaron mucho. Hay todo un recorrido de la relación con su padre y con la gente que labura en ese campo”, adelantó.

A TODA MARCHA

Cada acto escolar en el que surgía la oportunidad de participar, Ignacio estaba presente en el escenario, ya sea a través de la música o el teatro. Pero sus inicios en las artes escénicas fueron durante la secundaria, cuando su madre le propuso tomar clases en el mismo lugar que ella: El Excéntrico de la 18. Rodeado de inseguridades propias de la adolescencia, el joven se animó y no solo se sintió cautivado por la actividad sino que, también, adquirió la confianza necesaria.

La pasión es una emoción en común entre el hincha que interpreta Quesada en la ficción de Netflix y el joven que transita día a día el camino del arte. Sobre los motivos de su entusiasmo por la actuación, enumeró: “Me apasiona mucho ir descubriendo nuevas formas de conectar con la actividad y nuevas sensaciones, ensayar algo y descubrirle otros colores, realizar ejercicios que te aflojen y te predispongan mejor para actuar. Considero que me nutre, me hace bien y lo disfruto”.

Además de sus trabajos en Puerta 7 y La Barbarie, el actor integró el reparto de diferentes cortometrajes: Lokibambi, dirigido por Tiago Fernández; Tiempo, por Briana Turi y, Club Nocturno, por Gonzalo Bazillo, siendo este último ganador del concurso del INCAA, Historias Breves. “Fueron tres experiencias re lindas y muy distintas. En los cortos capaz pones mucho más el cuerpo, en el sentido que somos un equipo chico y hacemos de todo, por lo que no estás tan aislado en tu rol de actor. En cuanto al componer el personaje y comprometerte con la historia y demás es igualmente nutritivo que los otros proyectos”, destacó. Respecto a aquellas cuestiones que la actuación le brindó a su vida, Ignacio confesó: “Me dio un lugar en el que pude volcar todo lo que no volcaba en mi vida cotidiana. Toda la parte lúdica, que uno piensa que a veces es bochornosa y que no hace en la rutina, sea por inseguridades o por lo que fuera. Me encontré con un espacio en el que podía volcarlo todo y me sentía re cómodo haciéndolo. Obviamente es un aprendizaje tratar de agarrar eso y llevarlo a lo diario, poder ser la persona que me gusta ser y no tener tanto problema con el prejuicio que puedan llegar a tener sobre uno. Es el ámbito en el que más seguro me siento y en el que más tengo que aprender para, después, sentirme así en la vida cotidiana”.

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