2015-04-16

La nueva Aquilea

El cielo del centauro

En una ciudad que parece fantástica, el extranjero Malik Zidi) deambula entre desconocidos que de a poco van tejiendo el misterio, revelando y obstruyendo -al mismo tiempo- la trama. Con extrañamiento, distancia y nada más que la intriga como elemento empático con el espectador, la historia extraordinaria (coguionada por Santiago y Mariano Llinás) se va deshilvanando al compás de los acordes melancólicos que acompañan la búsqueda del protagonista. Todo es artificio en El cielo del centauro. La imagen -que combina escenas en blanco y negro con algún destello de color-; la cámara, inquieta, audaz y en una eterna persecución de los personajes; las actuaciones, misteriosas y estáticas, casi inhumanas; la banda sonora que aturde, subraya y embellece; y el guión, ese esquivo zigzagueo que lleva al protagonista por los barrios porteños y que tiene una única digresión (el monólogo de Romina Paula sobre la vida y obra del pintor argentino Cándido López, que combina poesía y arte con historia y ficción). Y también todo es fantasía. Incluso la Buenos Aires vacía, afrancesada y atemporal que Santiago vuelve a recorrer tras 43 años de haber abandonado la mítica Aquilea.
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