Crítica de "Cinensangre": Eduardo Spagnuolo y el esfuerzo de hacer cine

Cinensangre (2024) se enfoca en un personaje y su proceso de trabajo cinematográfico, para narrar la historia de la producción de una película, mostrando los recursos disponibles para llevarla a cabo.

La trama se desarrolla en dos espacios geográficos, destacando las perspectivas y experiencias de quienes participan en la realización cinematográfica, y cómo esta actividad se integra en sus vidas y entornos locales. Eduardo Spagnuolo documenta la historia de Fabián Arévalo, un director que, con recursos limitados y una cámara casera, lleva a cabo un proyecto cinematográfico histórico en Zonda, provincia de San Juan. A pesar de las limitaciones, Arévalo y su equipo demuestran una dedicación excepcional para sacar adelante el proyecto.

Desde Buenos Aires, Spagnuolo intenta formalizar el trabajo de Arévalo, pero se enfrenta a diversos desafíos que deben ser considerados. La narrativa se enriquece al observar a un director documentando el proceso de otro, revelando así su pasión y dedicación, así como su enfoque único para realizar grandes producciones con recursos modestos.

La película ofrece un testimonio fascinante sobre las diferentes facetas de la producción cinematográfica, desde la creatividad en la realización de escenas históricas hasta los aspectos burocráticos y financieros involucrados en el proceso. Se exploran dos perspectivas contrastantes: la artística, con la realización de escenas elaboradas en entornos naturales con recursos limitados, y la logística, que aborda los desafíos prácticos y administrativos de la industria cinematográfica. Además, se destaca el papel crucial del entorno geográfico en la producción cinematográfica, influenciando tanto el estilo visual como los recursos disponibles.

Cinensangre es una narración emotiva y directa que celebra la pasión y el esfuerzo de quienes participan en la creación cinematográfica, mostrando las emociones y los sacrificios involucrados en la realización de una película.