Crítica de "La práctica", Martín Rejtman y una exploración al caos de la existencia humana

Gustavo (Esteban Bigliardi) es un profesor de yoga argentino que reside en Santiago de Chile. Su vida se halla en constante desorden tras su separación de Vanesa, su (ex) esposa y socia en un estudio de yoga. Esta ruptura no solo divide sus bienes materiales, sino también sus vidas de manera desigual. Mientras Vanesa demuestra una decidida voluntad de avanzar, Gustavo lucha por aceptar la realidad de su situación.

Rejtman recurre a su característico estilo artificial, con diálogos enfáticos y planos estáticos que reflejan el estado mental de Gustavo, quien se encuentra parcialmente aturdido y absorto. En medio de este caos, una serie de eventos extraños se suceden en su vida, desde una alumna alemana con amnesia hasta un robo en su estudio con un sospechoso poco confiable. La vida de Gustavo es un desorden, y parece incapaz de recuperar el control.

Rejtman, reconocido por su estilo lingüístico elaborado y su minuciosa exploración de las dinámicas entre los personajes, se adentra en el intrincado caos de la existencia. A través de la acentuación de la comedia en situaciones absurdas y giros humorísticos plagados de ironía, el director profundiza en las sombras y la melancolía que a menudo acompañan a la vida. La práctica ofrece una perspectiva original de la vida contemporánea, construyendo su propio universo a partir de elementos familiares. 

La práctica brinda una perspectiva única y cómica de la complejidad de la vida moderna. A través de personajes entrañables y situaciones delirantes, el director de Silvia Prieto (1999) nos sumerge en un mundo caótico pero apasionante, donde la comedia y la filosofía se entrelazan para ofrecer una experiencia tanto disfrutable como reflexiva.