Crítica de "Pared con pared": Aitana y Fernando Guallar en una comedia romántica para el olvido

En Pared con pared, nos adentramos en la vida de Valentina, interpretada por Aitana (Skam España, La última), una talentosa pianista que se encuentra inmersa en la preparación para una audición que podría definir su futuro en el mundo de la música. Por otro lado, conocemos a David (Fernando Guallar), un ingenioso inventor de juegos cuya creatividad solo florece en un entorno de completo silencio.

Ambos personajes se encuentran separados únicamente por una delgada pared en un edificio antiguo y peculiar. Esta separación física se convierte en un reflejo de las diferencias en sus estilos de vida y personalidades: Valentina, enfocada y apasionada por su arte, mientras que David, introvertido y obsesionado con su trabajo.

Sin embargo, la proximidad constante debido a esta pared compartida los fuerza a enfrentarse a sus diferencias y aprender a convivir. A medida que luchan por encontrar un equilibrio entre sus mundos tan distintos, surge una conexión inesperada que desafía sus propias expectativas y los lleva a cuestionar sus prioridades.

Entre ensayos de piano y sesiones de inventiva, Valentina y David descubren que, a pesar de sus disparidades iniciales, comparten más en común de lo que imaginaban.

Pared con pared se presenta como un producto cinematográfico diseñado por algoritmos, donde el principal atractivo es la participación de la estrella centennial. Aitana, a pesar de sostener la película con su actuación, no alcanza la competencia necesaria para desempeñar su papel con destreza. Por otro lado, Fernando Guallar no logra destacar en su interpretación, lo que resulta en una combinación de actuaciones desaprovechadas que no generan la química necesaria para otorgar credibilidad a esta historia de amor.

Si bien la dirección de Patricia Font (El maestro que prometió el mar) es técnicamente decente, la adaptación de Marta Sánchez (reconocida por su trabajo en Menudas piezas) adolece de originalidad y no logra innovar en el género. La película exhibe una serie de defectos que socavan su calidad y su potencial artístico. En particular, destaca una narrativa carente de coherencia y sustancia, que se despliega en un entorno estético superficialmente encantador pero esencialmente vacío. 

En un momento en el que el cine español está en su apogeo a nivel mundial, Pared con pared se queda rezagada y termina siendo una comedia romántica olvidable.