Crítica de "Los colonos": Felipe Gálvez entre la belleza visual y una historia desgarradora

Gálvez nos guía a través de un mundo donde el derramamiento de sangre de los indígenas se percibe como una necesidad en un siniestro juego protagonizado por burgueses, ingleses y estadounidenses. La película se apoya principalmente en su texto, que es trágico y repentino, arrojándonos sin previo aviso en medio de una época marcada por la niebla de la injusticia. Los colonos no pretende que el espectador tenga un papel en la narrativa; más bien, nos relega a ser meros observadores de la tragedia. Esta decisión se traduce en una experiencia desgarradora y frustrante, que nos recuerda la importancia de no olvidar las atrocidades del pasado.

Si bien la dirección de Gálvez muestra un dominio de la técnica cinematográfica, a veces parece obsesionarse demasiado con la estética visual en lugar de centrarse en la narrativa. A lo largo de la película, se pueden encontrar planos repetitivos que carecen de un significado claro, y movimientos de cámara que a menudo resultan innecesarios. La película a veces parece perderse en su propio esplendor visual en lugar de avanzar en la historia que relata.

Es destacable que Gálvez debute como director en esta película, habiendo sido previamente un respetado editor en el cine latinoamericano. Su experiencia se hace evidente en la precisión con la que cada elemento está colocado en la película, desde los encabezados que nos sitúan en la línea temporal hasta la elección de cada toma. Sin embargo, esa atención a lo técnico no debe eclipsar la importancia de la historia que se cuenta. La historia de Los colonos es tan apremiante que cualquier distracción visual puede parecer innecesaria.

Los colonos es una película que te sumerge en un momento oscuro de la historia de Chile. A pesar de su énfasis ocasional en la estética sobre la narrativa, la película cumple con su deber de recordarnos la sangre derramada y la importancia de no olvidar.