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Crítica de "Saw X: el juego del miedo", entre el turismo oscuro y la Justicia retorcida

"Saw X: el juego del miedo" (2023) es una entrega más en la longeva franquicia de "Saw" que, aunque mantiene su estilo característico de horror prostético y sangriento, presenta una trama que introduce elementos nuevos y algunas reflexiones interesantes.

El arquitecto John Kramer (Tobin Bell) enfrenta una desesperada situación, luchando contra un cáncer avanzado. Sin nada que perder, busca una solución radical. Su búsqueda lo lleva a Henry Kessler (Michael Beach), un ex paciente del médico experimental Finn Pederson (Donagh Gordon), de origen noruego, que ha logrado recuperarse por completo. A través de Kessler, descubre que su hija, Cecilia (Synnøve Macody Lund), continúa su labor filantrópica en México, desafiando a las poderosas corporaciones farmacéuticas que priorizan las ganancias sobre la salud de la humanidad. Cecilia se mantiene en constante fuga de estas empresas y proporciona medicamentos caros para las enfermedades que afectan a las personas.

En su llegada a México, un taxista llamado Diego (Joshua Okamoto) le ofrece un recorrido turístico por la Ciudad de México, mostrándole lugares emblemáticos como el Monumento a la Revolución y el Ángel de la Independencia en un rápido vistazo, así como una estatua del dios Tláloc, relacionada con antiguos sacrificios aztecas.

Sin embargo, su viaje da un giro inesperado cuando un comando armado, aparentemente, lo intercepta en un falso secuestro y lo lleva a una hacienda abandonada. En esta casa, Kramer descubre una antigua planta de químicos que funciona como sala de operaciones. Allí conoce a la joven mexicana Gabriela (Renata Vaca), otra paciente que ha experimentado una recuperación exitosa. También se encuentra con la enfermera Valentina (Paulette Hernández), el anestesiólogo Mateo (Octavio Hinojosa), el cirujano Cortez (Joshua Okamoto) y el optimista Parker Sears (Steven Brand). Mientras espera su turno, Kramer entabla amistad con Carlos (Jorge Briseño), el pequeño hijo del cuidador, a quien ayuda a reparar su bicicleta.

Sin embargo, pronto descubre que todo en la hacienda es un fraude, y la cirugía nunca se ha realizado. La mayoría de los habitantes de la hacienda resultan ser farsantes, con la excepción del niño Carlos y su padre. Ante esta situación, Kramer llama a su cómplice, el detective Mark Hoffman (Costas Mandylor), y a Amanda Young (Shawnee Smith), quien lo ayudará a llevar a cabo su venganza contra los culpables.

Kramer se convierte en juez y parte, aplica su propia justicia fuera de la ley y ofrece a sus víctimas la oportunidad de redimirse a través de pruebas mortales que involucran la amputación de partes de sus cuerpos. Su moralidad difusa y retorcida lo separa de lo humano, y su personaje se asemeja a anti-héroes como Robin Hood, Batman o Punisher, que luchan fuera de las normas establecidas.

La historia, que se erige como un ejemplo vívido de las luchas de un ciudadano estadounidense común, quien, en su búsqueda desesperada de soluciones, se adentra en un mundo donde el sueño americano se desvanece paulatinamente y el sistema de salud se sume en el caos, se sitúa temporalmente entre la primera y la segunda entrega de la franquicia, explorando los motivos que llevan a Kramer a convertirse en Jigsaw.

A pesar de sus limitaciones en el guion y su uso frecuente de estereotipos, Saw X se presenta como una obra que cumple con su objetivo de proporcionar entretenimiento, convirtiéndola en una película de terror adecuada para un fin de semana. Sin embargo, va más allá al revelar que todo el horror tiene sus raíces en el alma, y en este proceso, expone aspectos significativos de la propia naturaleza humana que no todos se atreven a enfrentar de manera franca.

6.0
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