El manifiesto de Moguillansky

Diario de "El loro y el cisne"

Alejo Moguillansky dirigió El loro y el cisne en el año 2013 en donde mezcla documental y ficción, danza contemporánea y amor, borroneando los límites. En esta ocasión, a base de remanentes descartados de aquella película y una serie de placas rojas vibrantes nos trae un diario, un descargo y un manifiesto sobre la crítica, el cine independiente, el teatro y una vez más el amor.

Diario de "El loro y el cisne"
miércoles 08 de mayo de 2019
Cuenta Moguillansky que ya no escribe guiones, sino que escribe con la cámara, y en este caso en especial con el montaje. Esta película parece parte de ese proceso de metamorfosis entre una narrativa y otra, como un discurso que no se piensa, que solo sale. “Lejos de la pose, lejos del campeonato de la oratoria twittera, lejos de la halitosis del mundo de los festivales de cine”, las placas rojas a veces son un descargo contra la crítica en el tono de protesta infantil, aunque con momentos de mucha lucidez, y a veces son una puesta en contexto que revista los acontecimientos detrás de la cámara como un diario de rodaje de El loro y el cisne.Las placas rojas a veces también son declaraciones que ponen en conflicto la vitalidad del cine independiente por debajo de la vitalidad y la potencia del teatro independiente. La película parece un fluir de una suerte de manifiesto de Moguillansky.Como si no pudiera abandonar la dualidad, además de lo mencionado, también abre una linea expositiva sobre el teatro de una forma muy sentida, como añorando eso que logra el cuerpo y la cámara no puede dar. Admira y se conecta con la naturaleza creativa del grupo de teatro que observa. ¿El hecho cinematográfico perdió su cualidad artística sensible por culpa de la vanidad altanera del contexto? ¿Entender la esencia afectiva del teatro puede salvar al cine?Diario de "El loro y el cisne" (2018) es una película no apta para egos sensibles, interesante, aún divertida y fresca.
6.0
Te puede interesar
Últimas noticias
MÁS VISTAS